9. Mango

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Alice

Presente

No supe como bajé de la mesa, mucho menos me percaté del momento en el que todos empezaron a irse sin ninguna orden previa. Pero no los culpaba por tomar esa decisión, yo también lo hubiera hecho al ver la mirada asesina que cargaba mi padre en el rostro.

Estaba más que molesto y podía notarlo hasta en la forma controlada con la que respiraba.

De reojo vi a mis amigas bajarse y acomodarse la ropa. Los ojos de mi progenitor viajaban de mi hermano hacía mí y viceversa, probablemente buscando con quién empezar.

—Papá...—Lucas intentó hablar. Como respuesta, Cody levantó la mano en una orden para que guardara silencio.

Movió la mirada hacia los amigos de Lucas y las chicas. Luego la paseó por toda la sala, buscando algún desperfecto que lo ayudara a dar inicio a su discurso.

Jonathan recogió un par de botellas aún llenas y Blake despacio se dio la vuelta para emprender su camino hacia afuera, pero antes que alguno de los dos pudiera moverse, mi padre clavó sus ojos en ellos y se quedaron en su lugar.

Dejó caer el cable y se acercó a mí, metiendo las manos en sus bolsillos. Sabía bien lo que se venía y lo peor era que no podía hacer nada al respecto.

—Alice no tiene nada que ver—interrumpió Lucas, poniéndose en medio ambos—. Fue mi idea.

—Sube a tu habitación, Alice—me ordenó, ignorando por completo a mi hermano—. Todos por favor retírense de mi casa.

—Papá... —volvió a hablar Lucas.

—¿Tengo que repetirlo? —inquirió, dando a conocer que su paciencia estaba en la borde.

Alison puso una mano sobre mi hombro y me dio un apretó antes de moverse hacía la salida. Los demás recogieron sus cosas y se dirigieron a la puerta tan siquiera protestar.

Ese era el poder que tenía mi padre, causar miedo y por ello nadie cuestionaba sus órdenes. Ni siquiera mi madre fue capaz de hacerlo cuando aún estaba.

—Los años no te cambian, Cody—dijo Jeff, pasando a nuestro lado—. Me da gusto verte de nuevo. Espero esta vez ya podamos llevarnos bien.

—Largo, Blasen—gruñó mi progenitor sin quitar la mirada de mi rostro.

Jefferson no borró la sonrisa de su rostro y salió siendo el último. Cerró la puerta a sus espaldas y pude sentir el aire volverse pesado y la furia de mi padre apunto de explotar.

—Tú—me señaló—, puedo esperar estas cosas de tu hermano, pero ¿de ti?

—Ya te dije que ella no tuvo nada que ver.

—No te di autorización de replicar y no estoy hablando contigo—levantó el índice, callándolo.

—Lo siento, padre—me limité a decir.

—Una disculpa no es suficiente y lo saben. —Declaró—. Tuve una serie de reuniones en diferentes lugares hoy, y lo único que esperaba al volver a casa era encontrar a mis hijos en sus habitaciones preparándose para dormir. Cenar en silencio y leer un poco antes de ir a la mía. De lo contrario, encuentro una fiesta en pleno inicio de ciclo y a mí hija dando un espectáculo.

—No volverá a suceder—dijo Lucas.

—Y todo esto fue por el regreso de Jefferson Blasen.

Negó y soltó un suspiro lleno de decepción.

—¿Tengo que tener de nuevo esa conversación contigo, hijo? —se pellizcó el puente de la nariz.

—¿Qué conversación? —fruncí el ceño, sin entender de que hablaba.

TOMEMOS UN PASEO © [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora