20. Flote

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Jefferson

Presente

Alice me miró con los ojos bien abiertos y los labios separados. Me las arreglé para bajarla sin hacer ningún ruido contra la madera. Giró sobre sus talones y abrió la puerta lo suficiente como para Lucas solo pudiera ver la mitad de su rostro.

Di dos pasos hacía mi derecha, chocando mi hombro con la pared. Me quedé ahí, asegurándome en el espejo de no verme el reflejo por si Alice por error abría más la puerta.

No era un buen momento para revelaciones.

—¿Qué sucede? —preguntó ella, en un tono bajo.

—Yo solo... estaba buscando a alguien y pensé que estaba en el baño, lo siento—dijo Lucas y cuando cerró la puerta despacio supuse que se había ido.

Alice apoyó su frente contra la madera y respiró hondo. Me acerqué y puse mi rostro entre su cuello. Puse las manos encima de su cabeza y suspiré.

—Muéstrame la carta—susurré.

Movió suavemente su cabeza de un lado a otro.

—No quiero hacer eso esta noche. No estoy lista...

Asentí inhalando su aroma. No la forzaría a hacer algo que ella no quería.

—Entonces, ¿qué quieres hacer esta noche?

Tragó saliva y mordió ligeramente su labio inferior.

—Tomemos un paseo—respondió, mirándome—. Llévame a ver las estrellas de nuevo.

Me alejé lo suficiente para dejar que se girara. Metí las manos en los bolsillos de mi chaqueta y me sentí orgulloso de haber decidido tomar la motocicleta cuando fui a cambiarme de ropa.

—Vayamos entonces—dije, sacando las llaves a la par que abrí la puerta.

   ──────── ❁ ─────────

Después de haber sido detenidos por separado por nuestros amigos logramos escabullirnos para salir de la casa. Nos acercamos a la moto en silencio. Abrí la cajuela, saqué el casco rosado y lo sostuve en mis manos por un instante. El recuerdo de su expresión cuando se lo mostré llegó a mi memoria y solté una risita.

—Pensé que ya no lo tenías—dijo cuando se lo entregué.

—No pude superarte en cuatro años y ¿esperabas que me deshiciera de tu casco? —levanté una ceja sacando el mío y poniéndolo sobre mi cabeza.

La sangre subió a sus mejillas coloreándolas de un tono rosa intenso, casi rojo.

Seguía completamente enamorado de la forma en la que se sonrojaba.

Ese inocente y puro acto me hacía sentir diferente.

Se puso el casco y la ayudé a subirse. Una vez que me aseguré que estaba bien sentada, me monté, quité el seguro y encendí el motor para emprender el camino hacia el bosque. Aceleré cuando entramos a la carretera y prendí las luces altas para iluminar lo suficiente el camino.

Cuando llegamos tuve una sensación de sentirme en casa. Apagué el motor y me quité el casco, dejando que el aire frio golpeara un poco con mi rostro. La vista era espectacular. La noche misma en su esplendor, incluso con el silencio acogedor.

Alice se bajó, dejando su casco sobre el asiento. La escuché suspirar.

—Extrañaba subirme—soltó y no pude evitar mirarla, sus ojos se pusieron sobre mí—. Me refiero a la moto, hacía mucho que no me subía a una.

TOMEMOS UN PASEO © [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora