31. Máscaras abajo

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Omnisciente

Presente

Cuando Lucas vio a Jefferson, su mejor amigo, besar a su hermana sintió una oleada de traición recorrer su cuerpo. El enojo vino después así que se lanzó sobre él, haciéndolo caer al suelo en un golpe sordo, lo sostuvo del cuello de la chaqueta para mantener alzada su cabeza del concreto. Las miradas de ambos se encontraron, la ira estaba pintada en sus ojos. Parecían mantener una caótica conversación entre ellos, haciéndose saber que tenían tantas intenciones de lastimarse mutuamente y a la vez, esa decisión voluntaria de no hacerlo porque se amaban como hermanos y no podían dañar algo que amaban.

Jefferson sabía bien que esto algún día pasaría y que esta era la mejor de las reacciones que podía esperar, pero eso era antes de saber que Lucas había roto la regla que él mismo dictó.

El hermano de Alice luchaba contra sus impulsos para no continuar con lo que había empezado. Quería herirlo, lastimarlo, pero no se atrevía, no sabiendo muy bien que fue obligado a pedirle que se apartara, y que de todas las personas que conocía, no había alguien en quien confiase tan ciega y genuinamente como para permitirle estar con su hermana pequeña que él, su mejor amigo.

—Hazlo, no te detengas—habló Jeff—, golpéame, pero siempre lo supiste.

—¡Cállate! —exclamó—. Si dices algo más voy a matarte.

—¡Te pedí que te mantuvieras alejado de ella! ¡Te recordé la maldita regla!

—¡Regla que al parecer solo aplicaba para mí y para Jonathan, ¿no?!

—¡Tú no tienes idea de nada!

—Lucas, basta—intervino Alice desde su lugar.

—¡Le permitiste a Owen hacer lo que quisiera y ahí tienes las malditas consecuencias! ¡Al demonio tú y el: no hermanas, no ex novias!

La respuesta hizo que Lucas terminara de tensar cada parte de su cuerpo. Movió sus manos al cuello de Jefferson y ejerció un poco de fuerza. Gruñó por lo bajo y soltó un grito lleno de completa frustración por tener que guardar un secreto que no era suyo para contar.

El que Jeff trajera a colación el tema de Owen lo había golpeado peor que un puñetazo.

—¿Y no te has detenido a pensar que la maldita regla existía por una jodida razón? ¿Qué yo tenía motivos para querer que tú, incluso por encima de Jonathan, Blake y Owen, la cumpliera? Por supuesto que no, porque no te detienes a pensar en nadie más que en ti mismo.

—¡Podría saberlo, podría entenderlo y podría incluso haber encontrado soluciones contigo si representaba un problema para nuestra amistad, pero nunca me has querido explicar una mierda más que esas vagas excusas desde hace cuatro años! —exclamó con tanto enojo que sentía que la vena de su frente estaba a punto de explotar.

—¡Aunque supieras no lo entenderías porque no tienes una familia, mucho menos a una hermana a quién proteger! ¡Estás solo!

Jefferson soltó una risita sin gracia y negó con la cabeza.

—Pueden pasar los años que sean y aun así no te darás cuenta; Alice, los chicos y tú son mi familia. No necesito más que eso para entenderte a ti y ese instinto tan primario que tienes de protegerla, porque incluso yo lo tengo.

Empujó a Lucas hacia atrás quedando encima suyo. Alice consideró la idea de meterse, de separarlo, pero se sentía tan conmocionada por el momento que era como si realmente no estuviese así o tuviese la fuerza de moverse y separarlos propiamente.

Lucas entreabrió los labios, movió sus ojos hacía un costado y miró a su hermana. Una presión abordó su pecho que lo hizo jadear. Jefferson se percató de eso y siguió su mirada.

TOMEMOS UN PASEO © [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora