25. Verdades a medias

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Alice

Cuatro años atrás

Respiré profundo.

Miré hacia la mesa dónde me estaba esperando Jeff y regresé con una sonrisa en el rostro. No tenía el corazón para decirle que nuestra cita debía terminar porque mi padre había descubierto que me había escapado, así que decidí fingir que todo estaba bien.

Decidimos que ordenar y mientras esperábamos mi teléfono no paraba de vibrar con mensajes y llamadas de los tres miembros de mi familia, sobre todo de papá. Volteé el aparato para no fijarme cada que la pantalla se iluminaba o eso incrementaría mi ansiedad.

Para este punto la campana de la entrada sonar no me ayudaba tampoco.

En ocasiones, por alguna razón, miraba en dirección a Owen. Desde donde estaba sentada podría ver solo su perfil, pero estaba segura que él podía verme por completo.

—¿Está todo bien? —dijo Jeff. Estiró su mano hacía mi dirección.

Fruncí el ceño ante esa suposición, no estaba todo bien, pero tenía la sensación de que Jefferson veía a través de mí. La mayoría del tiempo no tenía que hablar o hacer algún gesto para que él supiera que me pasaba. Sonreí suavemente y puse mi mano sobre la suya.

—Todo está bien, Jeff. Me encanta aquí y me encanta esta primera cita.

Sonrió y vi ese azul de sus ojos profundos.

Quería tener una cámara ese momento.

—Estás babeando sobre la mesa, preciosa.

La sangre subió a mis mejillas y pasé una mano por el borde de mis labios rápidamente para comprobar que no lo estaba haciendo. Jeff soltó una ronca carcajada.

—No estoy babeando, mentiroso.

—Eso no fue lo que yo vi.

—¡Oye! —dije sonriendo por la vergüenza. Le di un manotazo en el brazo.

La mesera llegó con nuestras órdenes y mientras le doy una mordida a un taco frito Jeff no deja mirarme con atención.

—¿Tengo comida en la cara? —pregunté, tomando una servilleta.

—No—suspiró—. Solo me encanta admirarte, ver cada expresión de ti, Alice.

Creí que iba a sufrir un infarto, las palabras de Jeff hicieron que mi cara pareciera un tomate y sentí mil mariposas revoloteando en mi pecho.

—Cuéntame algo más sobre ti, Jeff—le pedí. No quería arruinar la bonita atmosfera dentro de la que estábamos. Solo quería disfrutar el momento.

—Hm, déjame pensar—pasó una mano por su barbilla y tan solo un par de segundos después sus ojos brillaron con la respuesta—. Bueno, hay algo que nadie sabe sobre mí, así que voy a contarte mi secreto mejor guardado.

—Ahora estoy emocionada.

—Si mis padres no me hubieran hecho estudiar arquitectura ahora mismo estuviera en alguna universidad estudiando astronomía—el brillo en sus ojos al decirlo era indescriptible—. Me gustan las estrellas, los planetas, el universo. Me parece algo magnifico y muy interesante.

—¿En serio? —levanté las cejas—. ¿Y por qué no intentas cambiarte de carrera?

—Porque no todos tenemos padres que nos ayudan a perseguir nuestros sueños—la tristeza invadió su voz, pero desapareció al instante—, pero en recompensa tengo un telescopio en casa. En cualquier momento puedo simplemente subir al ático y mirar el cielo por horas.

TOMEMOS UN PASEO © [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora