Omnisciente
Presente
—Creí que no te vería hoy—musitó Jacob Blasen en cuanto su hijo cruzó el umbral.
Jefferson soltó una bocanada, lleno de hastío, y se aproximó dejando las llaves de su coche sobre la tabla causando un suave sonido, recargó los brazos sobre el mármol y enfocó la mirada en el matizado del color de los acabados de la cocina.
De la nada le comenzó a parecer interesante la combinación del negro con el dorado.
El diseño de las gavetas.
Lo alto del grifo del fregadero.
Y lo bien que se camuflajeada el lavaplatos con el resto.
No quería explotar contra el hombre que estaba enfrente suyo.
Tenía muchos sentimientos encontrados.
Enojo.
Rabia.
Confusión.
Tristeza.
Definitivamente podía matar a alguien, pero ese alguien no sería su padre.
—Sabes que tarde o temprano tengo que volver a casa, aunque odie la idea.
Jacob levantó las cejas a la par que le dio un sorbo a su café.
—¿Entonces debí agradecerle a Alice por hacerte regresar temprano?
Jeff miró a su padre de inmediato.
¿Cómo podía saber que ella había estado ahí?
—No fui a la oficina hoy—aclaró, como si le hubiese leído la mente—, trabajé desde casa, me desvelé un poco anoche así que decidí quedarme.
—Dime algo que me importe—dijo en un susurro.
—Jefferson Alexander—habló tajante, respirando hondo para no empezar una discusión.
Jefferson rodó los ojos.
Odiaba que intentara tomar un papel de autoridad sobre él.
Hace mucho tiempo que dejó de tener ese poder.
Solo lo veía como su progenitor, no como un padre.
—Estaré fuera todo el día, para que lo sepas—avisó, restándole importancia a lo anterior.
Tomó las llaves, dispuesto a irse, se aseguró que tuviera su teléfono y billetera con él palmeando los bolsillos de sus jeans oscuros y giró sobre sus talones, pero lo que siguiente que salió de los labios de Jacob lo hizo detenerse por completo:
—Tu madre me llamó anoche.
—¿Qué? —miró sobre su hombro izquierdo.
—¿Suena tan increíble?
—Déjame ver si escuché bien—volvió a girarse para encararlo. Si la situación continuaba de ese modo se le haría tarde para ir por Marshall—, ¿mi madre te llamó a ti, su ex esposo infiel?
—Alexander...—dijo en tono de advertencia. No podía permitir más faltas de respeto.
—¿Crees que voy a olvidarme de eso tan fácil?
—No pretendo que lo hagas, mucho menos que me perdonas en un chasquido o que actúes conmigo como si yo no hubiese cometido aquel error, pero lo que ocurrió fue difícil para tu madre—suavizó el tono de voz—, ella se negó rotundamente a que lo supieras, así que bueno, anoche que llamó al teléfono fijo, tuve que hacerle saber que ya lo sabes.
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TOMEMOS UN PASEO © [1]
Roman pour AdolescentsACTUALIZACIONES CADA 2 SEMANAS. «Ella es el ying. Él es el yang. Dos polos totalmente distintos, y destinados a completarse». Alice Standfild desde temprana edad ha sobrellevado una vida aparentemente tranquila. Concentrada únicamente en sus estudi...