Latch (Libro #1)

2. Vender Humo

Sweet Sacrifice - Evanescence

Danka

Cuando se apagan las luces de todo el escenario, escucho el ruido de la multitud. Eso me llena mucho más de adrenalina. Sin soltar a Darla, entro al escenario con las demás y vamos a nuestros puestos. Dejo a Leloquetier en la silla que se encuentra entre el piano y la batería, y después me siento frente a mi instrumento, instalando el micrófono en su pedestal. Es impactante escuchar cómo miles de personas gritan y aclaman, solo porque somos las teloneras de los Dark Wolves. Habíamos hecho tocatas en pequeños bares antes, pero nunca con esta cantidad de público y energía. Aún no comenzamos y ya sé que será tan adictivo como una droga.

Annisse da el tiempo con sus baquetas, se prenden las luces y partimos.

Al principio, me siento algo tensa y los dedos me hormiguean. Toco por inercia, pero paulatinamente los nervios se disipan. Para cuando llevamos tres canciones de nuestro repertorio, me sorprende gratamente de la recepción del público. En algunas de ellas, mi rol con el piano es bastante minimalista, sin embargo, lo paso de maravilla. Al fin podemos compartir aquello que más me enorgullece de esta banda, musicalmente hablando: nos hemos esmerado en crear voces distintas, que den vida a una atmósfera casi etérea sobre la instrumentalización tan desbordada, llena de distorsión y efectos en las guitarras.

Y ¿qué puedo decir? Darla se luce, su voz aterciopelada llena todo el recinto y, de solo mirar el público, lo compruebo. Estoy muy orgullosa de ella.

Entonces, llega la gran sorpresa de la noche, cuando entra Kosuke al escenario con su guitarra acústica, al momento que tramoyas instalan dos sillas al centro, donde se sientan él y Darla. La idea era aprovechar este momento de unión de ambas bandas para que la pareja interpretara una canción compuesta por ambos. Estratégicamente, la habían lanzado hace muy poco, logrando buena recepción en las radios locales.

Las luces bajan para darles protagonismo, lo que es vitoreado por el público. Broken es una canción tan hermosa como ellos y lejos lo más emocionante es ver a Darla disfrutando tanto cantar; jamás la había visto tan cómoda. La voz grave de Kosuke y la de ella combinan de una forma tan agridulce, que se me eriza todo el cuerpo.

No obstante, es en ese momento que mi visión periférica capta que algo anda mal, pero no con la canción, sino que con Annisse, que sale muy rápido de su puesto en la batería hacia el backstage. Yo la sigo, asustada. Cuando llego a su lado, la pillo maldiciendo en voz alta, mientras se toma la mano. Me acerco y, cuidadosamente, trato de ayudarla, pero cuando extiende su mano derecha, esta tiene dos de sus dedos morados e hinchados, junto a un corte que le sangra profusamente.

-Mierda, Anns, ¡¿qué pasó?!

-Iba a cambiar de baquetas, me pegué con uno de los jodidos parlantes y ahora me duele un infierno -se queja, afirmándose contra el pecho la mano dañada.

-¡Tienes que ir a la enfermería!

-¡Aún queda una canción más! -grita, frustrada. En ese momento, los chicos de la otra banda se acercan a nosotras, para ver qué pasa-. ¡Mierda, tenía que ser yo la que mandara todo al carajo! ¡Me cago en todo!

-¿Qué pasó, señoritas, todo bien? -pregunta Hans, con preocupación.

-Annisse tiene que ir a la enfermería, se lastimó la mano -respondo.

-¡No! ¡Tengo que hacer la última canción! -rebate y luego, frunce el ceño-. No quiero que Darla y Kosuke piensen que...

-Danka tiene razón, Annisse -la interrumpe Joseph, tomando la mano magullada de la baterista. Como ya se conocían, hablaban con naturalidad entre ellos-. Con suerte es solo un esguince y debes hacer reposo por algunos días, pero si tocas así, puede que empeore y se transforme en una temporada sin batería. -La interpelada no cede-. Vamos, necesitas algo para ese corte también. Y si lo que te preocupa es lo que piense Kosuke, ten por seguro que él llamaría a una ambulancia, la guardia costera y el FBI. Yo solo te acompañaré a enfermería y no haremos una tragedia de esto.