24. El secreto de la receta del arroz graneado

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Into you – Ariana Grande


Danka

Nada puede empeorar. Es cosa de mirarme al espejo para estar segura. Soy una cosa disfrazada, aunque mi cara sigue ahí. Estamos en el camarín de nuestra banda, previo a colaboración con los Dark Wolves, y siento todas las miradas sobre mí, lo que me pone más nerviosa de lo que ya estoy, como si fuera posible.

—¡Danka, estás preciosa! —aplaude Darla, abrazándome al mismo tiempo que me regala una de sus angelicales sonrisas—. Siempre lo eres, pero hoy brillas. ¡Vas a estar espectacular!

—¿No creen que es mucho? Me siento un poco... Desnuda.

Esta vez es Mayra la que habla, detrás de mí, ajustando unas horquillas en mi pelo, en el medio moño que me ha hecho, según ella, para darme un poco más de altura.

—¿Desnuda? Hay suficiente tela para cubrirte, ridícula—me reprende. Claro, ella usa escotes sin ningún problema. Yo me siento como en la vitrina de una carnicería y por algo no como carne—. ¿Me recuerdas por qué no te vistes así todo el tiempo? ¡Ah, sí! Porque no te sacas partido. Ya quisiera tener yo este cuerpazo. ¡Mira tus bubis! —Luego, algo capta su atención—. ¡Hija de perra! ¡¿Tienes perforado un pezón?!

Me cubro, porque es verdad y nadie lo sabía. Hace un año lo había hecho.

—¿Ves que sí voy desnuda? Mejor ponme una bolsa de basura—respondo, cruzando mis brazos para cubrirme el torso—. Es más, ¿por qué no me tiro por la ventana?

—Huntzie, no le hagas caso a Mayra. Le das más vida a su crueldad fashionista —advierte mi mejor amiga—. Haz como yo y piensa que ahora sabrás qué mierda jamás volverás a ponerte.

—Es solo ropa, par de dramáticas —se defiende Liz.

Darla está jugando con uno de mis rizos cuando habla:

—Si miras a las personas a los ojos, casi ni se dan cuenta de la ropa que estás usando —afirma, para luego sonrojarse—. Al menos eso es lo que me han dicho, nunca lo he probado.

Todas nos reímos de buena gana, ante tal consejo por la más tímida de la banda. Le doy un abrazo, porque la adoro. Pienso un momento y decido que, si ella puede dejar a un lado toda su inseguridad y sus miedos para ser la perfecta vocalista para nuestra banda, entonces yo también me puedo disfrazar por un momento.

—¿Tú de verdad piensas que Annisse le gusta a Adam? —me pregunta Kaoru, una vez Mayra Liz y Annisse se retiran al camarín principal—. A mí no me cuadra.

—¿A Adam le gusta alguien? —musita Leloquetier, absolutamente sorprendida—. Yo pensé que nos odiaba a todos, menos a Danka. ¿No era que sus gustos eran un poco más...?

—¿Velludos? —interrumpe Kao—. Sí, verás, yo también quedé en shock.

Me muerdo el labio y no puedo evitar sonrojarme.

—No creo que sea justo especular sobre la sexualidad de alguien —digo.

—Ah, deja esa mierda de lado, estamos en un lugar seguro como para decir cosas sin filtro que realmente no pensamos en serio, para no volvernos locas por mordernos la lengua todo el tiempo —descarta Uchiha, y a mí no se me ocurre ni una vez en la que ella se haya mordido la lengua.

—¿Te dijo él? —pregunta Darla, sin dejar de mirarme.

—Sí, sí. El día que la llevó a ver un concierto de piano antes del último ensayo, ¿verdad, Huntzie? —La boca de Leloquetier está formando una perfecta "O". Yo no contesto—. Y ella dice que cree que es Anns la que le gusta. Imagínate. Ni en las películas de terror, los protagonistas son tan inocentes.

Latch (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora