36. Jestem cały twój

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Get you – Daniel Caesar ft. Kali Uchis


Danka

Todo lo que veo son sus ojos, llenos de sorpresa. Es como si, de pronto, no existiera el tiempo. Ninguno habla. No te disculpes por lo que acabas de decir. No te disculpes por lo que acabas de decir, Danka. No te disculpes por sentirlo así. Me repito como una especie de mantra para no salir corriendo.

Suelto sus manos, temerosa.

—O sea, tampoco sé muy bien lo que se siente, nunca me había pasado, quizás estoy loca —comienzo a divagar, para llenar el silencio que nos está consumiendo—. Quizás me cayó mal la comida o tengo que dejar las drogas, quién sabe.

—O podrías dejar de excusarte —me interrumpe, con su mirada abrasándome como si pudiera verme hasta los huesos—. Sé exactamente a qué te refieres.

—¿Sí? ¿Cómo podrías? —farfullo con voz apenas audible. Luego, me crujen las neuronas—. Ah, claro. Tú te has enamorado de otras personas antes. Duh.

Adam chasquea la lengua, pero cualquiera sea la frase mordaz que haya querido decirme, se la guarda.

—No estoy hablando del pasado, cabeza dura —declara.

—Ah.

—Sí, "ah".

Apenas termina de articular esas palabras, arremete contra mis labios, anhelante. Esta vez no hay torpeza, la sinceridad parece haber despejado nuestra mente. Aprovecho el poder que me da la posición en la que estamos y jalo su cabello con la presión suficiente para que tenga que echar su cabeza hacia atrás. Cuando tengo el camino libre, beso la zona de su garganta como quise desde que empezó a cantar. Adam gruñe en respuesta.

—Cantas muy bien —le digo, agitada—, pero este sonido me gusta más, ¿me perdonas? —Y, sin aviso, muerdo levemente el vértice del cuello y el hombro.

—Qué poeta, Huntzberger —responde con voz grave, levantándome la cara con una mano, tratando de quitarme el control—. Debo advertirte que, si vuelves a morderme el cuello, más vale que te despidas de tu ropa. Solo digo.

Bueno, ¿eso es para que lo haga de nuevo o qué?

Voy a directo al objetivo, pero Adam tiene mucha más fuerza que yo y se me adelanta. Cambia la dirección de mis labios a su boca, volviendo a juntarnos en un beso rápido y profundo. Me aferro a la tela de su sweater cuando él se inclina sobre mí con una mano en mi nuca y la otra en mi muslo, deslizándose hasta los glúteos. Cuando entierra sus dedos ahí, un sonido ahogado abandona mi boca.

No puedo evitar querer más cercanía, mientras me besa y me toca así, y me muevo para tratar de conseguirlo. Es caótica la manera en que, desde que me besó por primera vez, cada contacto entre ambos ha vuelto más íntimo, más necesario.

—Danka.

—Adam —respondo, acomodando las caderas sobre él.

—¿Estás segura de esto? —pregunta, mirando de manera lasciva mis labios.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Una que necesito que contestes —me regaña.

—Sí, estoy segura —articulo, absolutamente perdida en el momento.

—¿Hay algo que no quieras hacer?

Trato de mirarlo a la cara. Sé que me lo pregunta porque hace un tiempo le dije que no me gustaba cierto tipo de contacto y creo que lo quiero más que hace cinco minutos. Aunque estoy casi a su voluntad, encima suyo, él recuerda los detalles importantes, más preocupado de mi integridad personal que yo misma.

Latch (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora