41. Tipos de intimidad

465 63 133
                                    

Love me Harder – Ariana Grande ft. The Weeknd


Adam

Mi única adicción es la nicotina.

O era la única. No lo sé. ¿Cómo podría? Normalmente, las cosas tienen explicaciones razonables. Pero, joder, he eludido tanto la felicidad, que no me esperaba que me pegara de lleno en la cara. Es como si un puto camión me hubiera pasado encima, excepto porque no duele, sino todo lo contrario. No voy a mentir. Este sentirme así de eufórico me asusta más que estar solo otra vez, porque Danka es el puto éxtasis y no sé cómo sería una resaca de ella.

A veces mi ansiedad quiere que piense en ello, que le dé todas las vueltas posibles. En los tres meses transcurridos desde su cumpleaños, casi no nos hemos separado. Cada que siento un pensamiento intrusivo, jodiéndome los sesos, ahí está ella y sus innumerables formas de hacerme reír. Rabiar. Relajarme. Hablar. Todo eso que solo me permitía con mis hermanos o en privado, está saliendo a la superficie soy lo suficientemente idiota para dejarme abrumar por la felicidad. ¿Qué mierda importa que todo tenga un plazo fijo? No he tenido suficiente.

Menos ahora, cuando una de mis actividades favoritas en el puto mundo, tiene lugar en mi baño: verla deambular con nada más que bragas y una camiseta mía. Oh, sí. Ni siquiera me arrugo para admitir que, sentado en mi cama, desde esta jodida panorámica, podría mirarla todo el día. Aunque sé perfectamente que eso no sería suficiente; llegados a un punto, está claro que tendría que tocarla.

—¿En qué piensas, Mad? —Creo que adoro que me llame así.

—En que tienes un buen culo —admito.

De pronto, detiene lo que sea que estuviera haciendo con su cabello, frente al espejo, para mirarme a lo lejos con ambas manos en su cintura. Quiere fingir indignación, pero lo único que le sale es una risita cantarina que disfruto conseguir de ella. Siempre quiero que ría, pero es mejor cuando es por mi culpa.

—Recuerda que también soy buena persona —se carcajea, divertida.

—Sí, pero eso lo sabe todo el mundo. Es demasiado obvio —comienzo, enarcando una ceja—. En cambio, solo yo tengo acceso tu culo 24/7.

Danka ladea su cabeza y se muerde el labio, algo avergonzada.

—¿Soy muy rarita si mi mente consideró romántico lo que dijiste? —musita, mientras avanza hasta el marco de la puerta que separa el baño de mi habitación.

—No tengo idea —respondo—, pero sí hace que me gustes más.

—Hablando de culos y todo eso... Tengo una pregunta para ti.

—Tienes toda mi atención.

Me da una mirada misteriosa y luego se mueve hacia el interior del cuarto de baño otra vez. Abre uno de los muebles y busca algo en su interior. Cuando lo encuentra, se acerca a mí, en la orilla de la cama. Tiene un tubo de lubricante en sus manos.

Mierda. Esto promete. Y no sé si es bueno o malo.

—¿Por qué cambiaste esto de posición? —pregunta.

—No sé a qué te refieres —miento, sin dejar que mi nerviosismo llegue a ella, porque tiene razón y yo aún no estaba preparado para mencionarlo.

—Estaba en tu cajón y ahora lo escondiste en el baño.

—No me di cuenta.

Danka se arrodilla frente a mí, deja el lubricante a un lado y posa ambas manos en mis piernas. Sus ojos, siempre transparentes, mandan a la mierda mis evasivas y me obligan a ir al grano.

Latch (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora