40. Ganar tiempo

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The End. – My Chemical Romance


Danka

No sirvo para tomar decisiones bajo presión y, por lo mismo, la idea de esquivar una tan importante hasta el final, ha sido uno de mis fracasos más estrepitosos. Me gustaría decir que no sé cómo llegué a esto, pero solita me lo busqué. Y lo que más me avergüenza admitir es que me acomoda. Tomé el camino más fácil.

Aquí estoy, a punto de matricularme en un Community College que escogí al azar, para no tener que discutir más con mi padre sobre el asunto. Si no fuera por mi hermano Bill, que vio mi cara cuando lo comuniqué en casa, habría tomado el programa de Contabilidad, que era el primero que salía en el folleto. Él impidió que me hiciera semejante "auto-Jackass", de modo que me inscribí en Artes Liberales. Sí, sé que esa tampoco fue la mejor elección, pero ¿saben? Tampoco me sentí preparada para escuchar la satisfacción de Aaron Huntzberger si le decía que me atraía el plan de Educación, porque eso "me entrenaría para ser madre".

Honestamente, ha sido la opción menos "yo" que pude encontrar: hacer cualquier cosa menos la que quiero. Pero tampoco es que eso último estuviera muy claro. Con casi todas las cosas en un punto de paz, no sabría decir si quería seguir ocasionando problemas. El disco, mis amigos, mi relación, la libertad del instituto... Al fin las cosas comienzan a despejarse. Y el hecho de que aba se mostrara apacible ante la decisión, tratando hasta de disuadirme de irme de casa, por el bien de mi madre, fue otro aliciente para mi pusilanimidad.

Bill jamás me lo diría, pero no aprueba que haya aceptado mi realidad. Sé que le duele el hecho de que no haya tomado su ayuda para mudarme con él, pero es que no sería capaz de arrebatarle su libertad ahora que es profesional y puede hacer lo que quiera. Él ya se fue a Canadá a estudiar algo que no quería por mí, no es justo que deba cargar conmigo por siempre. Puede que le haga sentir que sus esfuerzos fueron para nada y lo entiendo, mas no me siento capaz de hacer otra cosa.

Puede que se sienta como que estoy obedeciendo a las expectativas de los demás (o las de mi padre). Pero, solo lo haré para ganar tiempo. Sigue en pie presentarme con lo mejor de mí en el concierto final del conservatorio, para conseguir una audición en Julliard o continuar mis estudios allí. Sigo con el objetivo de presentarme lo más pronto posible a la ONG en la que participa la madre de Lilly. Todo continúa su curso. No puede ser ahora, porque hay demasiado en juego. Nos hemos matado en la grabación del disco, no puedo fallarle a mi banda con mi drama familiar. No puedo fallarles.

Aunque para eso deba traicionarme a mí misma.

***

Me da lo mismo que aún no sea hora de salir. Tomo mi skate y me despido de mis padres con urgencia, ya que este sería otro de los domingos en los que mi papá invitaría a sus amigos, para sus famosas juntas donde solo beben y se ríen de chistes que no me he molestado en tratar de entender. 

Cualquiera diría que de los errores pasados se aprende, pero está claro que a la familia Huntzberger no llegó esa convicción y lo digo porque, por varios domingos a lo largo de mi vida, he tenido que seguir viendo a Mark Friedman. ¿Algo positivo? Al menos mi padre no perdió a su amigo por mi culpa. Aunque tengo claro que es lo único que me hubiera gustado destruir, en lugar de todo lo demás.

Él le había dicho a mi padre que yo lo abordé en el pasillo y lo invité a pasar a mi habitación. Por lo tanto, mi versión, la de una niña de trece años, quedó en tela de juicio. Nunca tuve la voluntad necesaria para desmentirlo con más fuerza, ya que el hecho de que tu padre no te crea que fuiste forzada, debe ser lo más desmoralizante que puede ocurrirle a nadie. No obstante, eso no quiere decir que tenga que confraternizar con toda esta gente, menos cuando están ebrios.

Latch (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora