31. Solo tienes que taladrarlo con la mirada

383 64 159
                                    

I caught myself – Paramore


Danka

Veinticinco de marzo. Hace cuatro días no vemos a los Dark Wolves... Y ese es todo el boletín informativo, porque no he tenido mucho tiempo para distraerme. Estoy en modo "Necesito Graduarme" y recién hoy tengo tiempo de sacar la nariz de los libros, ya que no puedo darme el lujo de que mi padre se enoje. Luego del episodio en que terminé con la cara azotada con la mesa, mi madre se había enojado muchísimo con él y este, como siempre, estaba en la fase de tratar de congraciarse con ella. Es una dinámica que me sé de memoria, pero que nunca dura. Creo que ellos serían mucho más felices sin mí, ya que me da la impresión de que soy el único gran problema que tienen en su matrimonio.

En fin. Lo que me tiene más intranquila, es que no he podido hablar con Kaoru. Suelo ser exigente conmigo cuando se trata de mis seres queridos, pero más con ella. Odiaría ser monotemática o hacerle sentir que la desplazo por otra persona, cuando ella es la más leal.

La he citado al skatepark donde nos conocimos, hace casi dos años. Llego un poco antes de la hora, para poder comprar algunas golosinas y esperarla sentada sobre mi patineta, apoyada en uno de los murales del parque. Específicamente, en el que habíamos rayado nuestra firma hace un año, "HuntzUchi". Muy infantil, pero hermoso.

Luego, tras cinco minutos de la hora señalada, escucho sus inconfundibles pasos, mientras percuto en mis muslos un ritmo que no me puedo sacar de la cabeza.

—¿Nueva canción? —pregunta, antes de sentarse a mi lado—. Hola, Huntzie.

—Hola, Uchi —saludo de vuelta—. Esperaba que tú me ayudaras a transformarla en algo más.

—¿Yo? —Su tono es algo nostálgico—. No sé si hoy sea mi mejor día, lo siento. —Pone los ojos en blanco—. La verdad, Danka, hoy es un día de la mierda, ¿qué te puedo decir? Sobreactuarle a la vida es un don —finaliza, riendo suavemente.

—Perdón.

—¿Por qué, tontita?

—Porque no he estado ahí en tu día de mierda.

—Ahora lo estás.

Niego con la cabeza y paso mi brazo por sobre su hombro, abrazándola.

—Pero tarde. Tú nunca llegas tarde a los míos.

—¿Bromeas? Soy muy impuntual —dice, tratando de animarme—. Además, tienes que graduarte. De lo contrario, jamás podremos irnos a vivir juntas.

Siento la tentación de seguir contradiciéndola e indicarle que me siento en falta, pero sé que eso le va a hinchar más las pelotas. Kaoru jamás acepta solo disculpas verbales. Lo que sí acepta es que le demuestre con hechos que lo siento.

—Te prometo que aprobaré todo —decido responder.

—¡Más te vale! No entrarás a Julliard con notas mediocres.

—¿Julliard? —inquiero, nerviosa—. ¿Eso dije que haría?

—Danka Huntzberger, ya tienes esa cara toda conspirativa...

Me apresuro a sacar un paquete de Cheetos de mi mochila y ofrecérselo.

—No. Hoy no hablaremos de mí, Uchi —le informo, con una media sonrisa.

—¿Y pensaste que esto era un buen soborno?

—¡Claro que no! —me defiendo, al mismo tiempo que doy vuelta el bolso para verter su contenido en el suelo, revelando la cantidad industrial de dulces que había comprado—. ¡Sé que se requiere mucho más que unos malditos Cheetos!

Latch (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora