43. Momento Danka

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Carry me –Papa Roach


Danka

Mi madre aún no cierra la puerta de nuestra casa y Adam ya ha puesto el pie en el acelerador. Me abrocho el cinturón de seguridad y repaso mi estado mental. No sé muy bien si estoy nerviosa porque esta es una nueva experiencia "en pareja" y no sé cómo actuar o porque ima hizo el numerito de pedirle a mi acompañante que me cuidara como si fuera un tesoro divino o algo así. Y convengamos que no hay nada más lejano a la realidad que eso.

—Pequeño amanecer —me llama Seitz, remedando a mi madre. Me extraña no encontrar burla en su voz al usar ese apelativo—. ¿Por qué tenemos que mentirle?

Me muerdo el labio. Claro, él se refiere al hecho de que no le dijimos a mi madre el verdadero motivo de que me pasara a buscar en auto. La versión oficial era que íbamos a la casa de la playa de Daniel durante el fin de semana con el resto de nuestras bandas. La real, es que vamos a la playa, pero los dos solos, ya que él me había querido regalar un viaje por mi graduación.

—Créeme, es mejor así. Mi padre...

—Te estoy preguntando por qué debemos mentirle a tu mamá, no a tu papá.

Mis padres no saben que Adam y yo llevamos meses saliendo. Pero no creo que ese sea el motivo de su pregunta, porque tampoco somos una pareja "pública" para el resto del mundo. Solo nuestros hermanos y las bandas saben.

—Sé que esto de mentir es muy pendejo para ti, pero, por favor, solo sígueme la corriente —respondo, con los ojos fijos en la autopista.

Obviamente, Adam no se queda tranquilo con mi respuesta.

—Danka —insiste—. Yo sigo la mierda que quieras, eso no está en discusión. Me importa una mierda mentirles, solo quiero saber por qué.

—¿No lo puedes dejar pasar y ya?

—Oh, sí. Claro que puedo. Pero no quiero.

—Qué pesado.

—Eres tú la que está haciendo de esto algo más grande.

Puede que tenga razón, sin embargo, no estoy segura. Para mí, esto sí es gran cosa y no me molesta admitir que he estado omitiéndolo olímpicamente.

—No sé qué quieres que te diga... ¿Que mi padre me va a golpear si sabe? ¿Que nunca le ha levantado la mano a mi mamá y temo que, si se entera de que ella es mi cómplice, eso cambie? —Las palabras me salen a borbotones. Adam no es de los que presionan por información, pero cuando formula preguntas, simplemente no puedo sino hablarle con toda la transparencia que soy capaz—. Vale. Esa es parte de mi necesidad de mentir. Pero la realidad es que miento porque no quiero que mi mamá sepa cómo soy en realidad. Mi papá siempre lo ha sabido, así que no tengo que preocuparme porque su percepción de mí cambie.

Seitz aprovecha el semáforo en rojo para girarse un poco hacia mí.

—¿Tú padre sabe cómo eres y tu mamá no? —pregunta, sin esconder su curiosidad—. Me estás jodiendo.

—Ni Bill.

—¿Y yo?

Como siempre, sabe cómo dejarme en un callejón sin salida.

—¡No lo sé! —respondo, nerviosa—. A veces pienso que sí. Pero luego sigues aquí, mirándome como si no hubiera forma de que yo te decepcionara. Así que tengo mis dudas.

Ese es el meollo del asunto, ¿verdad? Daniel se había dado cuenta con solo mirarme el primer día: soy una vende humo. Pero, claro, no se puede mentir todo el tiempo. Sería injusto, y una mentira total, decir que nadie me conoce.

Latch (Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora