V e i n t i d o s

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¡¡Holi!! Gracias a quienes leen je je

Solo me pasaba por aquí para agradecer a quienes han apoyado la historia y para pedir que no si gusta la historia, me apoyéis con un votito o un comentario acerca de lo que os parece, por fi.

No seamos lectores fantasmas, por favooooor.

Saluditos

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22. El servilletero es poderoso

Jazba: fuerte deseo o pasión

Joel estudia mi rostro durante unos instantes en los que trato de mostrarme lo más segura que puedo, relajándome cuando asiente.

―Si tú estás segura, claro.

Camino hasta la cama, cubriéndome con el edredón casi al instante.

Joel atranca la puerta de la habitación antes de quitarse la sudadera, quedando en camiseta. Deja todo lo que le sobra en el suelo, apaga la luz y termina destapando el lado de cama que queda libre. Esta se hunde ante su peso y una ligera sensación me recorre el cuerpo en ese momento. Se pronuncia más cuando se cubre con el edredón, manteniendo el calor bajo él, con su pierna rozando las mías tras un movimiento.

Me quedo estática, casi sin apenas respirar. Él lo ha notado, seguramente, pero no hace o dice nada. Se acomoda mejor en su espacio y queda con el cuerpo hacia arriba, observando el techo con todas sus extremidades escondidas bajo el edredón. Yo estoy igual que él, solo que algo volteada, por lo que aprecio perfectamente su perfil gracias a la pobre luz que entraba por la ventana al otro lado.

No es la primera vez que dormimos juntos, pero la siento como si lo fuese. Al final, mi cuarto era un lugar privado para mí; un sitio donde había llorado hasta quedar dormida, un espacio del que salí feliz y al que volví rota; mi lugar seguro y donde creía que jamás podría ocurrirme o pasarme algo.

Y, aunque no sienta que Joel ha perturbado eso accediendo a dormir aquí, mi cabeza intenta hacérmelo ver de esa forma.

―Se te ha acelerado el pulso ―murmura, escondiendo un poco más la cara.

No digo nada. Me dedico a acomodarme mejor y a quedar de lado, sin saber si buscar su mano o no.

Él me imita lentamente, observándonos ambos desde una cierta distancia. Entre nosotros podría dormir ―perfectamente― otra persona, por lo que no sabría reconocer si añoraba su calor corporal lo suficiente como para ganar al agradecimiento que sentía por continuar teniendo mi espacio.

―¿Te encuentras bien?

―Sí.

Se me acelera más el corazón cuando se hace el silencio. Él se ríe disimuladamente en un tono bajito.

―¿Seguro? ―pregunta de nuevo, removiéndose en su lugar.

―Estoy... algo nerviosa.

―No va a pasar nada, Bloom ―advierte veloz―. No tienes que preocuparte por eso, ¿quieres que baje al suelo o vaya a la ventana?

Cuando se mueve siento el impulso de agarrarle con una mano bajo el edredón, obligándole a mantenerse en el sitio. En cuanto soy consciente y él está quieto, alejo la mano, pero la mantengo sobre el colchón. Muy cerca de él.

―No es eso ―explico―, es por todo. Por la locura del día de hoy... porque no puedo creer lo que hemos hecho... lo que he hecho. No sé si está bien disfrutar de estar así ahora mismo después de todo lo ocurrido.

Resiliencia Sempiterna | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora