23. Segundas oportunidades.
Filótimo: acto de generosidad desinteresado
Habían pasado dos semanas desde que Loud ya no estaba. Él ya no era un peligro, ya no debería de importarme... pero sus malditas palabras no salían de mi cabeza. Sin duda, y en contra de lo que necesitaba o quería, todas y cada una de ellas llegaron para quedarse instaladas en mí. No dejaba de pensar en todo lo que me dijo y en cómo tenía razón, en algunos puntos.
Le estuve dando vueltas durante estos últimos días, pero siempre me quedaba atascada en el mismo punto.
Enfrentarme al pasado.
Lo intenté, estuve mirándolos, me mantuve escondida tras las gradas para intentar algo, lo que fuese... y agradezco haber huido, porque aún desconozco lo que pretendía en su momento. También hice lo mismo cuando me los topé al fondo de uno de los pasillos ―muy concurrido en ese momento―, y volví a salir huyendo.
Ya con Augustus, con ambos cumpliendo la hora de la sesión, decidimos guardar silencio. Él me mira y yo miro mis manos, entrelazadas la una con la otra. De vez en cuando rasco sobre alguna uña, luego intento crujir mis dedos y por último jugueteo con algunos pellejitos que adornan su alrededor. Me relamo los labios nerviosa, a la espera de que el reloj sobre su mesa marque la hora del fin de esta tortura.
―¿Ya has pensado qué harás cuando acabe el curso?
Asiento, monótona, aunque no tenga claro qué haré en realidad.
―Cuéntame ―insta, pero niego―. Bloom, no estamos llegando a ningún lado en ninguna sesión.
Decido arriesgarme y levanto la mirada, frenándola en su barbilla. Vuelvo a relamerme los labios, suplicando interiormente por el valor para mirarle a los ojos.
Sí, él no me tocó, él no me hizo nada... nada físico. La gran culpa, el mayor peso me lo llevé por personas como él, que en vez de decirme que no tuve la culpa, que no fui más que una desgraciada que se convirtió en una víctima de cinco animales... no, eso no.
Aprieto los puños y siento mis uñas contra las palmas de una forma ligera.
Recuerdo cuando tuve que volver, como se hizo la buena persona conmigo. Me desmoroné en un pasillo y me pidió hablar donde hoy tenemos sesiones. En esta misma silla, con el corazón volcado en él tras pensar que era mi última esperanza, y tuvo el descaro de decirme que estaba exagerándolo todo.
―A veces los jóvenes hacéis cosas que... no sé, Bloom. Yo también me he acostado con alguien estando drogado, o sin estarlo, y me he arrepentido. En la Universidad ocurre muchísimo...
―Pero es que yo no lo hice, yo no quise que ellos... Augustus, por favor.
―No puedes echarles la culpa de una mala decisión, eso no es justo para ninguno de ellos. Tampoco lo es para ti, sobre todo de cara al año que viene, que será tu último año.
―Por favor, créeme, por favor...
―Intenta olvidarte de eso y disfrutar de esta experiencia, consejo de orientador.
Siento, de repente, demasiada rabia. Con él, con mis padres, con mi hermano, con mis supuestas amigas..., con todos.
Si quería hacer algo, si iba a hacerle caso a las palabras de Loud, ¿por qué no empezar con Augustus?
Sin pensarlo dos veces, con un solo impulso, alzo la mirada y me topo contra sus orbes oscuros. Él mueve sus cejas de una forma distinta a la usual, ante lo que yo encierro mis manos contra los puños del reposabrazos. Él lo nota y parece reafirmarse en su lugar, algo incómodo.
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Resiliencia Sempiterna | COMPLETA
Science FictionUna vez, una chica solía brillar por sí misma. Alegraba a cualquiera con su voz o con una mirada. Ahora, esa luz se vio apagada porque quienes eran sus amigos decidieron que fuese así. Al otro lado del pueblo, en el bosque, habitaba toda clase de cr...