V e i n t i s i e t e

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27. Último plan

Seijaku: Calma en medio del caos

Joel escuchó con atención todo lo que le narré. Desde mi visita a casa de Nancy, con toda la información que eso suponía, y también el encuentro de Elio. Reparé especialmente en lo que tenia a Nancy nerviosa sobre Hazel con la esperanza de que él me diese la respuesta que necesitaba. Lamentablemente, Joel tampoco tenia ni idea de nada de eso.

―Yo la mandé a vigilar, como a todos. Hacíamos rondas para ver tu alrededor ―me explica―. Nadie tenía el libre albedrío de recorrer el pueblo y matar por matar. Yo, al menos, no di esa orden o permiso.

―Entonces pudo no ser Hazel.

Él niega mientras hace una mueca con su boca, repasándose la hilera de dientes con la lengua, ofreciéndome una visión de ese acto por haber abierto un poco la boca. Después, cuando la cierra y me mira, añade:

―Me enteraré, ahora tengo serias dudas. Al final, Hazel es Hazel y esa esencia nunca la perderá.

―¿Cuál esencia? ¿La de asesina sin alma?

Intento decirlo con humor, pero sé que no lo es. De todas formas, la mirada de Joel me confirma que, evidentemente, no es humor.

Cariño, tuviste suerte de no haber encontrado a otro que no fuese Pax, ni qué decirte si hubieses encontrado a Hazel...

Los días pasaron. El primer día lo pasé en casa pues fue domingo, al siguiente Joel volvió con noticias, y al tercero fui a rendir con unas horas de clase para luego volver a casa. Mi madre aun permanecía en el hospital, por lo que la mayoría del tiempo que pasaba en casa, este era en mi completa soledad.

Joel me confirmó que fue Hazel la causante del asesinato de Nicholas, aunque no fue a modo de defensa de Nancy. La loba estaba aburrida de esa ronda, pues no estaba conforme con tener que vigilar mi seguridad, y se desquitó con el primer individuo que encontró en su camino. Sí que sabía que estaba molestándola pues los estaba controlando y siguiendo, pero eso no significaba que lo atacase por eso. Lo hizo porque quiso, simplemente.

En la soledad de mi casa aproveché para subir hasta la planta alta. Camino casi sin hacer ruido hasta la puerta que se encuentra en la punta contraria a la mía y respiro de forma profunda antes de atreverme a abrir la puerta, a pesar de que sé que estoy sola en casa. Una vez dentro, el olor característico de Elio se cuela de lleno por mis fosas nasales. Prendo la luz y admiro el orden que tiene, con la cama perfectamente hecha y todo curiosamente recogido, lo que me facilita la búsqueda visual a lo largo de todos los muebles.

No sé qué busco exactamente. De hecho, cuando me acerco a su escritorio ni siquiera sé por dónde empezar. En mi mente Elio y la forma en la que llegó la otra noche puede tener algún tipo de respuesta o pista por aquí... pero, ¿qué? No creo que tenga un diario, menos aún un papelito donde anote todo lo que le pase o perturbe.

Levanto la pantalla de su portátil y frunzo el ceño cuando se ilumina. Le doy al botón enter por si acaso y casi me caigo de la impresión cuando la pantalla se desbloquea sin ningún tipo de seguridad. Deja de sorprenderme cuando comprendo que nadie iba a entrar aquí a cotillear nada sobre su vida, por lo que me dedico a continuar con mi investigación, quedando sentada en su silla mientras deslizo el dedo sobre la zona táctil habilitada para ello.

No encuentro nada importante en el escritorio principal y por ello hago uso de los pobres conocimientos que tengo en informática. Muevo dos dedos y, tal y cómo imaginaba que podría pasar, un segundo escritorio emerge. Tras seleccionarlo, mi primer lugar es el buscador, y dentro de él me dirijo a las búsquedas más recientes. Son conceptos legales los que busca en mayor parte, así que decido salir de ahí para entrar en la parte de documentos y archivos. La sorpresa llega ahí. Encuentro distintos documentos que se componen de iniciales únicamente: K-J, G, K-R, K-W, K-W-R-J, J-W-R-J.

Resiliencia Sempiterna | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora