Q u i n c e

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Kalon: belleza más profunda que la piel.

15: La verdad

El martes, cuando vuelvo del instituto, estoy sola con Elio.

Eso no dura mucho, pues él termina yéndose con Maya aprovechando que nuestros padres se habían ido a visitar a nuestros abuelos y no volverían hasta después de la cena. Agradezco que se vaya, pues él sabe que no quiero cercanía, que no me gusta tenerle cerca y eso le enfada, siempre lo demuestra, por lo que a las seis de la tarde me encuentro sola en casa.

Joel llega media hora más tarde, sentándose directamente en la silla del escritorio, comenzando a comerse el sándwich que le he preparado a modo de merienda.

―Son unos jodidos ineptos ―masculla, resoplando y mostrándose molesto―. Una cosa tan sencilla como una exposición y no saben hacerlo solos.

Yo le doy la razón con un movimiento de cabeza.

―¿Tú te crees que puedo encargarme de una quincena de lobos y de la carrera? ¡Me supera! ¡Estoy rodeado de inútiles! ―exclama, bebiéndose todo el vaso de agua mientras yo reprimo una risa―. Entonces, claro, Joel ya tiene que preparar para mañana una exposición sobre anatomía él solito porque sus dos compañeros de trabajo ¡no quieren hacer nada!

Estallo en risas. Verle tan molesto es cómico, porque sus ojos se abren demasiado, sus manos se mueven como si tuviesen vida propia lejos de su cuerpo y la cara se le torna de un color rojo.

―Perdón ―me disculpo cuando me mira con una ceja alzada―. Bueno, hagamos esto. Tú me ayudas a terminar de preparar el examen y yo te ayudo a preparar la exposición.

Él niega―. No creo que sea buena idea, es importante que apruebes mañana.

―Lo llevo mejor de lo que me esperaba, mira ―avanzo hasta él y saco todas las hojas de ejercicios―. ¿Ves?

Él las ojea con determinación, asintiendo con la cabeza. Me siento orgullosa al verle corroborar cómo había mejorado en estos pocos días.

―Soy un buen profesor, ¿eh? ―me mira y mueve las cejas, a lo que yo asiento y me alejo.

―Y yo buena alumna.

Defiendo mi papel en este asunto, ganándome un movimiento de cabeza por su parte. Lo importante es que es afirmativo, por lo que hago un gesto que parece resultarle algo cómico.

Él se ríe y yo tomo el taburete de madera para ponerme a su lado, dispuesta a terminar con este maldito examen de una vez por todas.

La tarde avanza y el examen va excelente, creo que incluso voy a ser capaz de sacar una nota alta, cosa que me emociona muchísimo. Joel ya se ha relajado y ha aceptado mi ayuda con su exposición, con la cual estamos a punto de ponernos manos a la obra.

El problema es que el timbre suena.

Y yo no esperaba a nadie.

―¿Lo habías oído? ―pregunto extrañada, a lo que él niega.

―No, estaba concentrado en esto ―señala la pantalla del ordenador con el material de anatomía―. ¿Esperabas a alguien? ―niego―, entonces será mejor que...

El timbre vuelve a sonar y yo me pongo en pie.

―Quizá es Elio, suele olvidarse las llaves.

―No me llega un olor familiar ―freno mi paso hacia la puerta y volteo a mirarle―. Déjame bajar contigo.

Trago saliva y juego con mis dedos, comenzando a ponerme nerviosa.

―Pero ¿y si es alguien conocido? Si te ven aquí tendré problemas.

Resiliencia Sempiterna | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora