n u e v e

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Idílico: que es perfecto, utópico y produce bienestar físico o anímico.

9. El pacto está roto.

Al día siguiente a la visita del chico lobo, ingresé en el hospital.

La doctora se quejó de mi estado anémico, alegando que podría haber tenido una respuesta caótica por parte de mi cuerpo de no haber llegado a tiempo al hospital. Todo esto venía arrastrado por mi mala alimentación, mis estados de angustia constantes y el hecho de haber vomitado lo poco que había comido cuando fui al bosque.

Cassiopea Shirley casi es ingresada también cuando comenzó a marearse por toda la información que le dio la doctora. Yo sólo me limité a mirar a la pared mientras hablaban, hablaban y hablaban de mí. Lo que serían dos días de ingreso para controlar mi estado y evolución, acabó en un ingreso de una semana debido a que no quería comer. Optaron por alimentarme por vía intravenosa, arruinando mis planes de abandonar este mundo a causa de inanición.

Una semana y tres días después, volví a Forlake.

Al principio pensé que todo sería como siempre, pero no pude haber estado más equivocada.

El primer día que volví al instituto fui encerrada en el baño de chicas, me tiraron restos de su almuerzo por la parte superior del cubículo donde me encerré y trabaron la puerta por fuera. No pude ir a la siguiente clase hasta que no volvieron para abrirme ―dos horas después―, lanzándome agua del váter mientras me sostenían entre dos chicas. Todo fue como venganza por el cabezazo a Walter, que conste.

Cuando asistí a la orientación con Augustus, ninguno de los dos comentó nada sobre mi aspecto, limitándose a realizar su trabajo para ayudarme. Yo asentía, daba respuestas monosílabas y terminé yéndome de allí cuando cumplí la hora.

Los días que restaron se sumieron en un incremento de las burlas que ya sufría de antes, ahora basadas en el hecho de que me habían hospitalizado por "un intento de suicidio". Al menos, no volví a contar ningún atentado físico contra mi persona.

Se cumplieron cuatro semanas desde la última vez que había pisado el bosque.

Quería entrar en él y perderme, como siempre hacía, pero sabía que los lobos lo estarían merodeando y protegiendo, por lo que desistí de la idea. Todo esto desencadenó en una depresión aún mayor que la que ya sentía. No había vuelto a reír desde la última vez que jugué con Pax, esa fue la última vez en la que me divertí.

Pero a la quinta semana todo cambió.

La mañana del miércoles me encontraba desayunando, con una madre presente pero mentalmente ausente, que ordenaba la cocina. Ambas guardábamos silencio, sólo con la voz del presentador del noticiero matutino de fondo.

Pero cuando salta una alarma yo dejo de masticar la magdalena, enfocando toda mi atención en la pantalla.

Steve Monroe ha sido hallado muerto en su jardín.

Le conocía. Era un adolescente que no se hacía notar mucho, formaba parte de la banda de la escuela tocando el saxofón y creo que salía con una chica de la banda también. No le conocía mucho, pero igualmente resulta una noticia impactante.

Pero esa no fue la única noticia. Una semana después, dos hermanos ―Kayla y Joe―, también aparecieron muertos, esta vez en el parque que estaba frente al gran palomar.

Eso fue suficiente para que las alarmas saltasen. La policía comenzó a investigar, merodeando diariamente por las calles del pueblo, exigiendo conocer los movimientos de los habitantes que paseaban y entrevistando a algunos otros.

Resiliencia Sempiterna | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora