s i e t e |b i s|

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Joel

Jouska: esa conversación hipotética que tienes contigo mismo en tu cabeza, cuando intentas analizar algo o cuando planeas

7 bis. El lobo no tan equivocado

El cambio que rodea mi vida durante este último tiempo ha sido el suficiente como para anestesiarme frente a cualquier evento que pueda acontecer.

Pero Max fue la excepción a todas mis ideas y pensamientos.

Aún recuerdo la maldita tarde que descubrí que estaba conociendo a una humana. Estuve a punto de matarlo ―aunque a día de hoy me lo sigo planteando― y lo único que me detuvo de darle una paliza fue la presión de River acerca de su edad.

―Tiene quince años, Joel. Está experimentando.

Mi enfado está a unos niveles exagerados. Hasta me resulta incómodo ver el pelo platino de mi amigo delante de mí.

―Que experimente con alguien de su edad o condición, no con una humana.

―Son detalles ―encoge uno de sus hombros―, nada que no pueda solucionarse con una charla educativa.

Aprieto la mandíbula solo imaginando el momento. Y tanto que educativa.

He tenido la suerte de cazar a mi licántropo más joven con las manos en la masa. Sus pocos conocimientos acerca de su condición y todo lo que puede hacer con ella le hacen inexperto y torpe, por eso River ha conseguido seguirlo y ambos hemos comprobado con nuestros propios ojos a lo que se dedicaba cada tarde. Ignorando mis órdenes y las normas de la manada. He necesitado poner todo de mí para no saltar y matarlos a los dos ahí en medio.

Por suerte para mí, ella se ha despedido de él.

Estoy pendiente de Max los siguientes días, reprimiendo mis ganas de darle una lección sobre lo que puede y no hacer como lobo porque River, de nuevo, hace de abogado del diablo. Le da pena el abatimiento de nuestra más joven incorporación y yo lo acepto. Sobre todo porque pasan tres semanas en las que él sigue estando conmigo a cada momento y no con ella.

Hasta que llega aquella maldita noche.

Siento que algo anda mal y por eso decido rondar cerca de ese dichoso pueblo. Doy aviso al resto de la manada y, curiosamente, Max ha desaparecido de su posición. Reconozco el problema en cuanto llego a la zona sur. El cuerpo de la amiguita de Max se desploma tras saltar valla, y tengo que arrugar el hocico ante el colosal olor a dolor.

Joder, esta chica está sufriendo.

La estoy acechando desde uno de los tantos árboles, por lo que cuando mira en mi dirección me planteo saltar sobre ella y eliminar así su figura de testigo.

Pero me detiene ella.

Deja de mirar y cae sobre su espalda en la tierra. No la he asustado. Está demasiado inmersa en su propio dolor emocional como para sentir lo más mínimo por mi presencia y eso, por algún motivo, impide que me mueva de mi lugar.

Retrocedo hasta desaparecer y pienso lo más rápido y coherente que puedo. ¿Qué mierda le pasa? ¿Cómo alguien puede estar tan traumado? Si el olor que percibo es asfixiante, no quiero imaginarme estar en su cabeza. Eso si que debe de dejar sin posibilidad de avance, por Dios.

Salgo de mi lugar cuando cae al suelo de rodillas. Ha intentado avanzar, fracasando en el intento, y clava sus manos en la tierra. La observo mejor con la ventaja de que no puede verme debido a su abrumante estado, con las lágrimas bañando su rostro. Incluso ha adoptado un color rojo, como si fuese a dejar de respirar. ¿Será posible? ¿Morirá debido a la ansiedad que está pasando? ¿Me arrebatará el trabajo?

Resiliencia Sempiterna | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora