24. Cuerpo y mente

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Normalmente, después de hacer ejercicio nos sentimos más felices y menos estresados. Esto no es de extrañar, ya que se ha demostrado que el ejercicio regular beneficia tanto al bienestar físico como al mental.

Esto se debe a que el cuerpo produce endorfinas, que no solo regulan nuestro cuerpo, sino que también pueden hacernos sentir mejor. A nivel neuronal, las endorfinas envían señales y estimulan nuestro cerebro y sistema nervioso.

Cuando estos niveles son altos en nuestro cuerpo, la mente tiende a fortalecerse más que el cuerpo durante el ejercicio. Muchas veces, esta mente fuerte nos da un poder genuino e incomprendido. Cuando es necesario, podemos hacer cosas fuera de lo común, como levantar más peso del que deberíamos ser capaces o realizar actos extraordinarios e ilógicos.

Esto ocurre porque, independientemente de cuán fuerte sea nuestro cuerpo, la mente siempre puede ser aún más poderosa.

Esto ocurre porque, independientemente de cuán fuerte sea nuestro cuerpo, la mente siempre puede ser aún más poderosa

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DONES Y MALDICIONES

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CUERPO Y MENTE

Sin lugar a dudas, las semanas parecían pasar más rápido de lo habitual. El sofocante verano se había apoderado de la Pitonisa. Las noches eran cortas y agobiantes; las mañanas, de clima agradable, y las tardes, tolerables siempre que estuviéramos cerca de la piscina; de lo contrario, eran un seco y caluroso calvario.

La convivencia mejoraba cada día, ya que no quedaba tiempo para discutir o preocuparse por cosas triviales debido al ajetreo en el que estábamos inmersos. Tanto tiempo nos ocupaba el entrenamiento y las clases que Sayen y yo ni siquiera habíamos podido salir de la Pitonisa para ensayar a solas. Mucho menos habíamos tenido tiempo para pasar momentos de ocio y relajación con los demás chicos. Al contrario, creo que cada uno, cuando encontraba un momento para estar a solas, lo aprovechaba para aislarse de forma voluntaria.

El entrenamiento se volvía cada vez más arduo e intenso. Los capacitadores, Neculman, Helena, Víctor y Abel, habían diseñado nuevas asignaturas para complementar y agregar a lo ya aprendido. Esto implicaba muchas más horas de clases teóricas y prácticas, dejándonos sin tiempo para nada.

Por las mañanas, teníamos todo el tiempo ocupado entre asignaturas. Abel seguía enredándonos y complicándonos con infinitos aparatos y programas de sabotaje de sistemas y señales. Aunque en teoría no sonaba tan mal, ya que era interesante y entretenido, se volvía abrumador con tanto lenguaje técnico y cálculos difíciles.

Lo que realmente desmotivaba eran las clases de Helena. Sus libros de filosofía y control emocional eran horriblemente aburridos, al punto de que en más de una ocasión me sorprendió dormido en mi asiento. Sus clases duraban aproximadamente dos horas y eran extensas y agotadoras.

Por suerte, luego de eso teníamos una hora para almorzar, que era el único momento en el que podía distraerme y despejarme solo. Sin embargo, después de comer, con el estómago lleno, debía prepararme para los entrenamientos con Víctor.

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