30. Duelo con Nahuel

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Controlar las energías es controlar la vida y su entorno.

Cada ser viviente crea, consume y transporta energía a diario sin notarlo.

Hace algunos años, mientras Nahuel paseaba por el fundo de la lechería de sus padres, llegó hasta la loma de un diminuto cerro. Los trabajadores evitaban esa zona, pues se decía que una jauría salvaje de perros merodeaba por ahí.

Estos perros, que alguna vez fueron cachorros abandonados, se alimentaban de terneros y vacas que morían por enfermedades o vejez, comiéndo la carne de los cuerpos desechados.

Ese día, Nahuel se encontró cara a cara con la jauría. Los perros no ladraron; se acercaron en silencio, listos para atacarlo. Uno de los toros que lo acompañaba intentó defenderlo, dándole tiempo para escapar.

Mientras corría, Nahuel utilizó su habilidad, poniendo a dormir a varios de los perros al drenarles la energía.

Al darse cuenta de que podía derrotar a los depredadores, Nahuel regresó para ayudar al toro, que estaba siendo severamente atacado. Logró hacer que la mayoría de los perros cayeran, pero no pudo salvar a su amigo. Días después, el toro tuvo que ser sacrificado debido a las infecciones provocadas por las mordidas.

 Días después, el toro tuvo que ser sacrificado debido a las infecciones provocadas por las mordidas

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Duelo con Nahuel

Subirle el ánimo a Nahuel fue todo un reto, ya que es más terco que una mula. Hablar con él era como estar frente a una pared de concreto.

Bueno, si es que se podía llamar “hablar” a lo que estaba haciendo, porque el chico apenas me dejaba meter una palabra.

Más bien, esa tarde me dediqué a escucharlo y dejar que se desahogara.

En un momento, se me cruzó por la cabeza la idea de usar mi don de la empatía para levantarle el ánimo, pero mientras pasaba la tarde, me di cuenta de algo importante: a veces, la gente necesita enfrentar sus problemas y emociones por su cuenta.

El simple hecho de tener a alguien que los escuche mientras sacan todo lo que los atormenta les permite encontrar sus propias respuestas, y hasta la motivación para superar lo que los tiene mal.

Cuando cayó la noche, Nahuel estaba de mucho mejor humor, tanto que incluso organizó una maratón de películas junto con Levican.

Pero lo que realmente le cambió la cara fue cuando alguien tocó la puerta, y al abrirla, se encontró con Agel.

Ella llegó mucho más tranquila, con una actitud serena, lista para una larga charla que puso fin a nuestra noche de películas. De hecho, Levican y yo nos escabullimos a nuestras habitaciones para darles algo de privacidad.

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