56. Corajes

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Existe una llama ardiente que enciende nuestra valentía.

Un impulso que nos eleva por encima de los miedos y la cobardía y las dudas que nos genera el miedo.

Un rugido feroz en medio del silencio,
una fuerza indomable que desafía al tiempo y las leyes de la lógica.

Se llama coraje y es la valentía que surge desde lo más profundo del ser.

Es el motor que nos impulsa a levantarnos y seguir.

Puede ser el tesoro mas grande de la humanidad cuando se ocupa para defender a los que amamos, nuestros ideales o nuestra libertad. Pero tambien puede ser la peor maldición de quienes lo utilizan bajo la rabia y la locura.

DONES Y MALDICIONES

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DONES Y MALDICIONES

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Corajes


Lentamente emergí de entre las sombras del bosque. Mis pasos resonaban en la quietud de la noche.

El corazón seguía golpeando desenfrenado en mi pecho, mientras cada paso que me acercaba a la luz débil de la fogata parecía pesar toneladas. Sabía que debía reunir todo mi valor y seguir adelante, enfrentando lo que sea que estuviera por venir.

Al llegar al claro donde los muchachos se habían reunido alrededor de la fogata, pude sentir la tensión en el aire. Sus rostros mostraban una mezcla de preocupación y determinación, sus miradas cargadas de incertidumbre pero también de resolución. Habían estado preparándose durante el pequeño periodo que me ausenté.

A medida que me acercaba, sus ojos se posaron en mí con sorpresa, pero también con una chispa miedo.

Sabían que mi lado kalcu podía estar al acecho en cualquier momento, listo para atacar y poner a prueba su valentía y su fuerza.

Los muchachos estaban preparados para enfrentar cualquier desafío que se les presentara, dispuestos a luchar juntos contra cualquier amenaza que se interpusiera en su camino, incluso si esa amenaza era yo.

La fogata levemente iluminaba en el centro del claro, proyectando sombras danzantes en los rostros tensos de los jóvenes.

El silencio parecía envolvernos, roto solo por el crujir de las llamas y el susurro del viento entre los árboles.

En ese momento, todos éramos conscientes del peligro que se cernía sobre nosotros, en nuestro ambiente, en nuestros corazones.

En la penumbra de la noche, los tres se mantenian listos para la batalla que se avecinaba, con la certeza de que juntos serían más fuertes que mi lado oscuro.

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