14. El revelador y el plan

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Ser psíquico es ver más allá de lo que los ojos permiten,
un viaje constante a través de la mente y el tiempo.
Es escuchar los ecos de pensamientos pasados,
y sentir las vibraciones de lo que aún no ha sucedido.No se trata de magia,
sino de una sintonía con lo oculto,
de captar lo que otros no perciben,
de leer la verdad en los silencios.

Un clarividente camina entre sombras y luz,
donde el presente se desdibuja,
y el futuro se asoma en fragmentos dispersos.
Cada percepción es un fragmento de un todo,
una pieza en el gran rompecabezas del destino.No hay grandilocuencia en sus actos,
solo una comprensión profunda,
una claridad que emerge del caos.

Ser psíquico es aceptar lo invisible,
es encontrar sentido en lo que otros pasan por alto.Es una conexión con lo esencial,
una habilidad para escuchar el susurro de la realidad,
más allá de las palabras,
más allá de lo evidente.

Es una conexión con lo esencial,una habilidad para escuchar el susurro de la realidad,más allá de las palabras,más allá de lo evidente

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DONES Y MALDICIONES

CAPITULO :

EL REVELADOR Y EL PLAN

Finalmente, llegó mi turno. Mientras avanzaba hacia el centro del escenario, sentía que cada paso resonaba con un eco de incertidumbre en mi mente. No podía evitar que mi atención se desviara hacia el entorno. A pesar de la solemnidad de la situación, mi interés real en todo lo que estaba ocurriendo era mínimo. La sala, que en realidad no era más que un espacio abierto al aire libre, apenas tenía paredes que separaban a los presentes del vasto exterior. El viento soplaba suavemente, moviendo las hojas de los árboles cercanos, y en mi interior, una voz insistente me pedía que me fuera, que dejara atrás este lugar y la tensión que lo envolvía.

No es que no entendiera la importancia de lo que estaba sucediendo. Sabía que todos los que estábamos allí éramos únicos en nuestras propias formas, con habilidades que pocos en el mundo podían comprender. Pero, a pesar de eso, no podía ignorar la creciente sensación de desinterés que se apoderaba de mí. Había algo en estar parado en ese escenario, bajo la mirada expectante de todos, que me hacía querer desaparecer, alejarme de todo y dejar que este momento simplemente pasara.

Pero no podía hacer eso. No ahora. Externamente, mantenía una fachada de calma y cooperación. Sabía que era importante estar presente y participar, aunque en el fondo, todo lo que realmente quería era salir de allí. Mi mente divagaba, pensando en cómo sería sentir la libertad de alejarme de todo esto, de perderme en los bosques que rodeaban el lugar, donde el viento era el único testigo de mis pensamientos. Sin embargo, me obligué a centrarme en el momento, a prestar atención a lo que estaba ocurriendo.

Neculman se acercó al micrófono con esa confianza característica que parecía llenar cada rincón del espacio abierto. Era como si el ambiente, con su naturaleza aparentemente tranquila, se rindiera ante su presencia. Me detuve en el centro, mirando hacia los demás, tratando de aparentar que estaba concentrado en lo que estaba por venir.

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