63. Panico en la azotea

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En lo alto, en la azotea se erige la estatua,
de Catara, la maestra del péndulo y la intuición,
testimonio de un acto de valentía y protección,
un hombre salvado gracias a su don y visión.

Un político, en la mira de un francotirador,
la amenaza latente, invisible al ojo común,
pero no para Catara, con su técnica y sensibilidad,
detectó la amenaza, evitando la tragedia y el dolor.

La estatua no solo representa su sabiduría,
sino también su coraje y su compasión sin medida,
un recordatorio de que en la oscuridad siempre hay luz,
en lo desconocido siempre hay quien nos guía.

En la azotea, la estatua vigila silenciosa,
el lugar donde el peligro fue desenmascarado,
donde la vida fue preservada por la maestría de Catara,
su presencia eterna, un símbolo de protección y amparo.

En la azotea, la estatua vigila silenciosa,el lugar donde el peligro fue desenmascarado,donde la vida fue preservada por la maestría de Catara,su presencia eterna, un símbolo de protección y amparo

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DONES Y MALDICIÓNES


CAPÍTULO


Panico en la azotea


El rugido de los drones era ensordecedor mientras zumbaban cerca de la azotea del palacio místico.

Podíamos sentir la vibración de sus motores en el aire, cada vez más cerca, más amenazantes.

Nos habíamos reunido en la azotea, creyendo que teníamos un breve respiro después de rescatar a Levican, pero ahora nos enfrentábamos a una nueva amenaza.

Miré a mis compañeros, viendo la preocupación y el miedo reflejados en sus rostros mientras los drones se acercaban rápidamente.

El rugido de sus motores llenaba el aire, y su sombra ominosa se cernía sobre nosotros.

-¡Están viniendo! -gritó Nahuel, señalando los drones que se aproximaban.

-¿Qué hacemos ahora? -preguntó Aukan, su voz temblando ligeramente.

Mi mente trabajaba a toda velocidad, intentando encontrar una solución. La desesperación se estaba apoderando de nosotros.

-¡Tenemos que proteger a Levican! -dije, tratando de mantener la calma en mi voz. -Está débil y apenas puede mantenerse de pie.

-¿Cómo? -preguntó Nahuel, mirando a Levican que luchaba por mantenerse de pie.

-Lo movemos a la cornisa, rápido, Si lo dejamos en medio, será un blanco fácil - respondí

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