Capítulo 31

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—¿Crees que con un bolso estará bien? —señalé

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—¿Crees que con un bolso estará bien? —señalé.

Marcus estaba apoyado en el marco de la puerta mirando mis movimientos, era un poco raro su repentino interés por mí. No sabía muy bien cuánto tiempo estaría junto a Marcus y él tampoco supo responderme con claridad, pero parecían dos semanas las cuales pedí en el trabajo como días libres. Apreté mis labios porque no sabía muy bien qué tipo de ropa llevar.

—¿A dónde iremos? —señalé a mi maleta de nuevo.

—Nueva Orleans —respondió, inclinando levemente su cabeza.

—Suena bien, jamás estuve ahí.

—Es un lindo lugar.

—Déjame adivinar —hice una pausa—, ¿tienes una casa?

—Iremos a la casa de un amigo —ubicó la mano derecha en el bolsillo delantero de su pantalón.

Estar con personas nos ponía en peligro porque teníamos que seguir fingiendo, aunque la relación hubiera terminado, supongo que nos habíamos dado un tiempo para aclarar nuestros asuntos y volvimos juntos, estábamos locos de amor y no podíamos estar separados. Bueno, eso sonaba como algo que las personas podían llegar a creer, no era raro.

—¿Qué haremos con Baxter?

—Irá con los guardias y llegará dos días más tarde.

—No —lo corté—, prefiero que vaya con mis padres.

—Pediré que cambien de dirección —sacó su celular y tecleó algo rápido.

—Estupendo —me aclaré la garganta porque estaba siendo rara la situación—, les avisaré que me hagan un favor.

Terminé de poner lo necesario en mi maleta junto a la intrigante mirada de Marcus. Estaba sumamente raro desde que llegó y me inquietaba no poder descifrar cuál era el motivo. Al no poder seguir aguantando la situación me ubiqué enfrente.

—¿Está todo bien? —indagué interesada.

—Si —respondió mientras se rascaba una ceja, estaba nervioso.

—Te conozco, mientes. —Señalé aquel gesto.

—Digo la verdad.

—De verdad no puedo creer que me estés mintiendo —expresé indignada—, ¡Marcus Collins!

—Está bien —expresó apenas con un poco de presión—, necesitamos seguir siendo novios.

—Lo sé —levanté levemente los hombros—, no te puedes deshacer tan rápido de mí.

Él dibujó en su rostro una pequeña sonrisa que trató de pasar desapercibida. La noté, aquel gesto no era muy común por parte de él, sino que las que me regalaba siempre eran con tono irónico, sea cual sea la situación. Ahora parecía real, como si mi comentario era lo que esperaba de mí, tal vez en el fondo sí me extrañó, por lo menos esperaba que fuera una pizca.

Solo quiero estar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora