11. Despedida

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Louis tenía que salir de ahí ya.

Estaba preocupado. No sabía lo que iba a pasar y realmente no quería saber.

Era raro, era extraño ¡Y definitivamente no iba a suceder!

No sabía si su cuerpo estaba listo para transformarse de nuevo. Y de todas maneras no le interesaba, tenía que arriesgarse.

Lideraría con las consecuencias después, pero no iba a arriesgar a su Omega. Más que, bueno, no era lo sexual lo que realmente le preocupaba -que, obviamente, sí le preocupaba - ... Lo que le preocupaba era la respuesta de su lobo. Era obvio que nada pasaría entre Harry y él en esas condiciones, pero Louis sí que se podía poner agresivo con cualquiera que intentara acercarse a su Omega.

Cálculo que el celo del Omega realmente no estaba tan próximo como parecía ... Simplemente que él lo sintió antes.

Para empezar, era su destinado. Y segundo, sus sentidos como lobo se multiplicaban. Era normal que Louis lo sintiera unas horas antes. Aún tenía tiempo.

Cuando se bajó de la cama de un salto, Harry no protestó. En realidad, Louis creía que no se había dado ni cuenta, pues Harry no se movió ni dijo nada. El Omega había caído dormido nuevamente en cuestión de segundos.

Louis salió de la habitación en forma silenciosa. No lo iba a negar, le dolía en sobremanera el pensamiento de dejar el Omega. Estaba yendo en contra de todo lo que le decía su naturaleza.

Quería regresar y cuidar de Harry.

Quería atenderlo y no en una manera retorcida ni nada parecido. Sabía que su Omega necesitaría agua, que pasaría dolor y lloraría. Quería regresar y simplemente estar ahí para que el Omega no se sintiera solo.

Su preocupación solo empeoró cuando se dio cuenta de que el omega de Harry ya había sentido a su alfa. Sus lobos interiores se iban a reclamar y a llamar cuando se necesitasen, el celo era una de esas ocasiones. Así que Harry probablemente la pasaría peor que en otras ocasiones, y lo peor es que el Omega no podría saber el porqué de su intensificado sufrimiento.

Podía quedarse o podía irse.

Su corazón y su cerebro, sus sentimientos y la lógica; todos apuntaban en direcciones distintas. Cada parte de Louis estaba dividida en qué decisión tomar.

Pero ya había decidido.

Aunque le doliera en toda el alma... Louis tenía que irse, no iba a arriesgarse a lastimar a Harry estando en su estado más salvaje. No iba a ceder a sus deseos egoístas, iba a sacrificar una parte de sí mismo para asegurarse de que Harry estaría bien. Les dolería, a ambos, pero finalmente pasaría. Louis tenía que confiar en que Liam se encargaría de Harry y que en unos días su Omega estaría bien.

No era nada comparado con el peor de los casos que podían pasar si Louis se quedaba.

Podía incluso morder a Harry y a Liam.

La decisión estaba tomada.

Lo último que hizo fue buscar ese cárdigan verde que el Omega le había dado el primer día. Nadie le impedía llevarse un pequeño souvenir, ¿Verdad?

Encontró la prenda en su sillón favorito de la sala de estar, era su favorito porque le gustaba echarse ahí, y le gustaba echarse ahí, por qué también era el lugar favorito de Harry. Era donde el olor del omega permanecía por más tiempo cuando se iba a la universidad, era donde Harry pasaba horas viendo el mismo programa de televisión mientras acariciaba la cabeza de Louis.

Tomó el cárdigan en su hocico y no miro atrás.

Cerro los ojos y rogó para que esta vez todo saliera bien.

Under the blue snowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora