Extra

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Louis sabía que era afortunado.

A lo largo de su vida jamás ... Nunca se le había pasado por la cabeza, que llegaría al punto al cual había llegado.

Tenía un Omega al cual amaba con cada pedazo de su alma, y sabía que este lo amaba de la misma manera. Tenía un pequeño y travieso cachorro, un bebé de ojos azules y rizos chocolates que podía llegar a destrozar las plantas de su jardín trasero cuando estaba en la forma de un adorable lobo. Tenía incluso un trabajo del cual disfrutaba cada día, y todo gracias a la consideración de uno de sus viejos profesores.

No lo había esperado, sí.

Pero no lo cambiaría por nada.

Le gustaba la sensación que le provocaba el saber que dos cabezas de rizos alborotados lo esperaban al volver a casa.

Condujo por las calles de Londres con tranquilidad, y sonrió mientras estacionaba su auto justo en frente de la propiedad. Salió del coche con un maletín en una mano y algunos cuantos papeles en la otra y comenzó a caminar mientras tarareaba una absurda canción infantil que no se podía quitar de la cabeza gracias a Apolo. Busco sus llaves en unos de sus bolsillos, y finalmente entro a su hogar.

Hubo silencio en los pocos segundos en que camino hacía al pequeño mueble al lado de la puerta principal; dejando en este el maletín, los papeles, y las llaves justo a un lado.

Se desató y aflojo la corbata que llevaba mientras volteaba de izquierda a derecha en busca de alguna señal de vida en la sala de estar o en la cocina; sobre la mesa pudo observar un vaso de plástico lleno de jugo de naranja y abandonado sobre la mesa de madera, así que frunció el ceño.

¿Harry lo había dejado ahí sin más?

¿Harry? ¿La persona que lo obligaba a ordenar las cucharas y los tenedores sin que estos se mezclarán en la gaveta en la que pertenecían?

La verdad es que Louis no tuvo más tiempo para pensar la razón del abandono del jugo, pues en cuanto dio un paso más para adentrarse a la cocina, resbaló. El alfa ni siquiera había notado el gran rastro de agua que había por el piso de toda la casa, no al menos hasta que su cuerpo impacto contra el suelo y entre medio del dolor sentía como su espalda comenzaba a mojarse.

—¿Qué mierda...?— dijo en voz alta mientras se tocaba la cabeza justo en el punto en que se había golpeado.

La caída de Louis fue el equivalente a alguien presionando el botón de reproducir a una película que hasta el momento había permanecido pausada, pues antes de que siquiera pudiera procesar el primer impacto escucho el sonido que hacían las pequeñas patas de Apolo al correr en su dirección.

Apenas y tuvo un borroso vistazo de la bola de pelo blanco que corría hacia él de manera rápida antes de que esta misma saltará sobre su cuerpo. Y fue esa misma bola de pelos la que salto sobre su estómago para poder tomar más impulso, sacándole el aire fuertemente al Alfa.

Louis hizo un ruido de dolor y se sostuvo el estómago con ambas manos, pero al parecer ese no había sido el final. No, claro que no lo había sido; pues fue Harry él que tropezó con su cuerpo la segunda vez, cayendo justamente arriba de Louis. Para este punto el alfa sentía que podía ver estrellas y pájaros volando a su alrededor, habían sido tres golpes seguidos en menos de unos cuarenta segundos.

—¿¡Harry!?— pregunto adolorido.—¿Qué se supone que está pasando?

—¡Lou! — contesto el Omega, aún arriba del cuerpo de Louis — ¡Se escapó!

El rizado se impulsó con sus manos sobre el piso para levantarse y liberar el cuerpo del Alfa. Ayudando a Louis a levantarse del suelo también cuando le tendió la mano.

Under the blue snowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora