Por venganza

21

—Bien, debes hacer reposo hasta que sanes... lo bueno es que el alta te lo dieron rápido. — acotó Talión, tres días después de lo ocurrido.

Amira se acomodó con dificultad en la cama.

—Dile a Cris que quiero comer pollo.

—No es necesario, yo lo haré. Te prepararé pollo, solo tengo que ir a comprar algunas cosas... ah, puedo pedirlo por el celular.

—Bien... compra una gaseosa también.

—De acuerdo.

Talión, hizo el pedido por una App y espero a que todo llegará.

Cuando esto sucedió, fue a avisarle a Amira quien dormía.

—Ah... ya no quiero comer pollo, mejor helado. ¿Puedes comprar helado?.

—Sí... ¿Qué sabores quieres?. .

Amira le enumero una serie de sabores y Talión volvió a comprar por la app.

Entonces, procedió a llevárselo cuándo el helado llegó.

—Ya no lo quiero... — deslizó Amira.

Talión la miró molesto.

—Sabes, mi abuela una vez estuvo en pareja...

—Ah... ¿y también le hacía comprar cosas que no quería a su pareja?.

—una vez la humillo, mi abuela se quedó en silenció por que sabía cuál era su lugar en la sociedad y cada vez que la mandaba a la cocina frente a sus amigos, ella iba feliz mientras escuchaba a los amigos de él reírse junto con él, por que todos eran iguales...

—Bueno, supongo que ahora ya no esta con él.

—Bueno, dicen que la unión de dos personas es hasta que la muerte los separé ¿no?.

—¿La pareja de tu abuela se murió?.

Amira esbozó una sonrisa. —Cada vez que mandaba a mi abuela a la cocina frente de sus amigos para humillarla, mi abuela le preparaba una rica comida con ácido. 

—Ya veo... ¿ningún forense lo vió no es asi?.

Amira negó.

—¿Porqué me lo cuentas?.

—Solo lo recordé...

Talión se dejó caer al lado de Amira.

—En mis inicios en la medicina trabaje en un clínica privada, donde las personas pagaban mucho dinero para salvarse a si mismo o a quienes querían... al final, se volvió una práctica recurrente el tráfico de órganos.

—Vaya, con esa cara no parece que seas asi.

—Tú si tienes cara de loca, mejor no te acerques a la cocina.

Amira dejó escapar una fuerte carcajada y después un quejido de dolor.

—Ten cuidado, tienes puntos que deben sanar.

Ella se quedó observándolo en silencio.

—¿A que hora te vas?, tu esposa debe estar desesperada por que no regresas.

—¿Quieres que me vaya?.

Talión esperaba un "si" ya que por lo general, Amira no desperdiciaba momento para decirle que lo quería lejos, sin en cambio, esa vez, apreció como con dificultad ella se abrazaba a él.

—Tarde o temprano vas a salir huyendo de mi lado, y me voy a arrepentir de no haberme acomodado en tu pecho. —Musitó.

—Esta actitud tuya, debe ser culpa de la anestesia... — se burló Talión. —Pero tienes razón, tengo que irme...

—Si, ya lo sé.

—Tengo cosas que solucionar, pero volveré si me lo pides.

—Que te vaya bien— Musitó Amira, cerrando sus ojos.

—¡Ja!, claro...

Talión espero que Christopher llegara, hablaron un poco y luego se fue.

Realmente tenía asuntos que atender.

—¿Ya se fue?— inquirió Amira, cuándo vió a Christopher entrar. —Si, te vino a ver pero dijo que estabas dormida.

—Me hice la dormida. — sonrió apenas ella.

—¿No querías verlo?.

—Espero que no regrese.

—En tú interior si quieres que vuelva.

—Haz silencio y dame agua por favor.

Mientras tanto Talión, llegaba a su casa.

—¡Por Dios!– Exclamó su esposa cuándo lo vió. —He hecho una denuncia esta mañana por tu desaparición, me tenías tan preocupada.

—Ahora debes retirarla... vas a tener que decir que fue un error.

—Talión por el amor de Dios.

Andrea intento abrazarlo pero él lo evitó.

Se dió un baño y se tiró en la cama. Necesitaba pensar al respecto, Amira no le había pedido volver y eso se le había clavado como una daga en el pecho.

Por el otro lado, estaba Andrea quien había sido su esposa durante mucho tiempo.

—¿Crees que podemos salvar esto?— inquirió Talión, en cuánto vió a Andrea entrar.

—¿Has estado con tu amante todo este tiempo?, no tienes que dejarla sino quieres...

—¿no?. —Talión esbozó una sonrisa. —Falta que me digas que la traiga a vivir aquí.

—Llevamos casados tantos años, que tener deseos por otras personas creo que es normal. Sé que eres una persona impulsiva, de jóvenes era la que más me gustaba de ti, por eso sé que el hecho de que estes acá, es por que estás inseguro... estuve contigo en cada uno de tus momentos, tuve mis fallas como tú también lo hiciste... bien sabes que esa chica no es la primera de tus amantes, siempre hemos pasado por esto, te obsesionas con una chica y hasta piensas en terminar con todo esto, pero no lo haces por que en el fondo sabes que la única que es incondicional a tí, soy yo.

Andrea se acercó y se deslizó por la cama hasta llegar junto a él, lo miró, sonrió y lo beso suavemente.

—Una amante más no es problema para lo que nosotros tenemos. — susurró, mientras se acomodaba encima de él.

*****

Los días pasaron, de forma aparentemente tranquila, todo parecía estar bien pero Amira, poco a poco, iba sintiendo como un fuerte dolor crecía en ella.

—Ten, es hora de tus medicamentos — acotó Christopher.

—¿Cuántos días han pasado ya?. — Musitó ella.

—Tres.

—No va a volver, ¿no es asi?.

—No lo sé.

Christopher se sentó a su lado. —Amira...

Ella se ocultó entre las sábanas. —Sabía que era imposible que se quedará conmigo.

—Tengo que hacer unos asuntos. Le pediré a alguien que cuide de tí.

—No es problema Cris, puedes ir tranquilo...

—¿Segura?.

—Si, ya puedo moverme más, además estoy bien.

—Volveré rápido.

Christopher se despidió y salió de la casa, en cuánto se fue, Amira se relajo un poco, aunque su cabeza andaba a mil.

De pronto el timbre de la casa sonó. Con dificultad se levantó de la cama y fue a abrir.

—Hola Amira, ¿me recuerdas?; al fin pude dar contigo.