3

3.7K 89 2
                                    

Eran las doce y media del mediodía, en el hospital les habían dado unos minutos para comer, sin embargo, Amira se dedicaba a emprender de forma independiente, por lo que a veces debía economizar.

Generalmente a final de mes, todos hacían lo mismo por lo que la venta de indumentaria que era lo que hacía bajaba.

A veces, apenas tenía para las fotocopias y ese día era una de esas ocasiones.

Asi que, mientras todos iban a comprar, buscó una habitación solitaria y se puso a comer lo que llevaba de su casa.

Mientras abría el "tapper" donde había guardado su vianda, miró la camilla ubicada a un lado de la habitación.

Vió una almohada blanca y su mente divago. Pues; hace algún tiempo había visto que algunas mujeres usaban almohadas para darse placer.

Asique, después de dudarlo unos segundos, se lleno de ideas lujuriosa y procedió a sentarse encima de la almohada, arriba de la camilla.

Comenzo moviéndose lento y sonrió perversa, cuándo sintió el placer de los primeros roces.

Fue acelarando sus movimientos de caderas, olvidándose que debía ser precavida.

La almohada justo entre medio de sus piernas, rozando su feminidad la llevó a perderse en una sensual danza que tenía como fin darse placer a si misma.

Llevo sus manos a sus senos, pasándolas por debajo de su uniforme y se masajeo asi misma, apretando sutilmente sus pezones.

Hasta que la puerta se abrió, de la impresión, Amira quiso bajar de la camilla rápido pero en lugar de eso terminó tirando el recipiente lleno de comida al suelo.

Talión, que habían sido quien entró, levantó su ceja y clavó sus oscuros ojos verdes en ella.

—Yo... yo... — intento justicar Amira.

—Has ensuciado mi consultorio y encima, ¿te estabas masturbando con la almohada de la camilla donde atiendo los pacientes que recibo?.

Amira iba a defenderse pero en realidad, no tenía mucho para decir.

—Tienes problemas con el sexo... — deslizó Talión.

—Lo siento... no fue mi intención, sucede que... yo... vi, lo que es que...

—Ya... esta bien... —Talión se sentó en su silla, detras del escritorio y se llevo su mano a la frente.

Amira, quien lo vió poner un gesto de molestia, sacó de su bolsillo una pastilla y se la entrego.

—¿Te robas los medicamentos también?. — dijo, seriamente Talión.

Realmente no lo podía creer.

Amira hizo una mueca de picardía y bajo su vista.

—¡Santo cielo!, en años jamás he visto una persona como tu.

—¿Quiere agua?, para la pastilla...

Talión hizo un gesto, saco de su bolsillo una porción de un sándwich que le había sobrado y de su bolso una botella de jugo.

Agarró la pastilla y se la tomó, con un poco de la bebida.

—Ire a buscar un "trapo", para limpiar ahí.

—Ve a comer algo primero, la cafetería está llena y solo te quedan algunos minutos para comer...

Amira hizo un gesto extraño, mientras iba hacía la puerta.

Cuándo Talión se quedo solo, observo la comida, en los cerámicos blanco y la almohada encima de la camilla.

No pudo reflexionar mucho al respecto, ya que Amira volvió con un "trapo de piso" húmedo y se arrodillo a limpiar.

Talión la observó en silencio, desde su silla, su uniforme tenía un escote que en esa posición dejaba ver buena parte de sus pechos, además al verla en aquella posición recordó cuándo la había tenido desnuda para él.

No lo pudo evitar, su virilidad comenzo a reaccionar ante sus pensamientos lujuriosos.

Se levantó con la respiración agitada y se paró justo enfrente de ella.

Amira levantó su cara y lo observó desde abajo.

—¿fuiste a comer?— murmuró Talión.

Ella negó inocentemente y después cambio su expresión a una perversa.

—¿Quiere darme de comer?— sonrió, sacando su lengua y pasándola por su labio inferior.

Talión, dejo escapar una carcajada y comenzó a desabrochar su pantalón.

—Realmente no puedes parar ¿no es asi?... debería castigarte por meterte en mi consultorio y masturbarte sin mi estando presente.

—He sido mala... también me estado robando los medicamentos.

—Tambien eso...

Talión se quitó el cinturon y le pego con el, en su trasero pero luego de ver el gesto de sastifaccion que Amira ponía cambio de idea.

Se terminó de bajar un poco los pantalones, para liberar su Virilidad que estaba a punto de explotar y la tomó de los cabellos violentamente, apunto su virilidad a su boca, metiendola por completo de una sola vez.

Amira se ahogo, pero aún asi le desmotraba que lo disfrutaba.

Empezó a meter y sacar su virilidad de la boca de Amira, que tenía sus ojos llorosos y su saliva se le desbordaba por la comisura de los labios grueso que poseía.

Hasta que no pudo más y se encargó de hacerle tragar su órgasmo. Lo poco que escapo por los lados, Talión lo limpió con sus dedos y también se lo dió para que lo probará.

Ella lo hizo gustosa.

Seguidamente la volvió a tomar de sus cabellos, la levantó para posteriormente guiarla a la camilla, donde la hizo sentar, después de bajarle los pantalones.

Amira abrió sus piernas, pensando que la penetraria, sin en cambio, el Profesor acarició su feminidad con su mano derecha, para seguidamente, meter dos dedos dentro, con su pulgar presionó el clitoris, logrando que la jóven se estremeciera.

Entonces, hizo circulos y semicírculo con su pulgar, mientras Amira gemía pidiendo que no se detuviera.

Los dos dedos que tenía en su interior también se movían frenéticos.

La agarró de la nuca y la llevó hacía él para besarla, metiendo su lengua por completo en ella.

Cuando pudo saber que estaba pronto a llegar a su órgasmo se detuvo abruptamente.

Amira lo observó con reproche; él solo sonrió, mirando su reloj de muñeca.

—El horario de almuerzo se a acabado. Debes volver a tus tareas, sino reprobaras "práctica profesional".— se burló.

—¡Por favor, déjeme acabar!— deslizó Amira. —No me puedo quedar con esta sensación, necesito tener mi órgasmo, siento que miles de hormigas están en mi intimidad...

—Andate... — dijo, Talión sin mirarla. —Llamaré a los de limpieza para que terminen de limpiar eso.

Amira se acomodó el pantalón de malas ganas y lo dió una mirada fulminante.

—Es para que aprendas que robarme el sueño tiene consecuencias— murmuró Talión, mientras ella azotaba la puerta, demostrando su enojo.

Por venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora