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Amira, borró la sonrisa que tenía dibujada en su rostro, se dió la vuelta e intento irse.

—Hey, Amira...— Talión la detuvo. —De verdad me importas.

—Pues, no veo la razón.

—yo tampoco, pero me parece que deberiamos hablar de esto.

—Tú eres mi profesor... Un hombre casado... ¿que se supone que debemos hablar?.

—Primero de lo que paso, ¿donde estabas?... y luego de lo que va a pasar ahora...

—¿Qué va a pasar?, pues nada. Tú seguiras siendo un profesor de este hospital y yo, pues... yo.

Amira insistió con irse. Pero Talión fue más rápido con ella, y la agarró aun más fuerte.

—Amira...

—¡No quiero!... ya no quiero escucharte. ¿Que yo te importo?, ¿que carajo significa eso?.

—Pues...

—Talión... solo soy una fantasía... sé que me buscaste... mi ex esposo me lo dijo... y la verdad no se como reaccionar a eso. Pero creo que ahora debemos alejarnos.

—¿Alejarnos?, me estoy sintiendo como un idiota sabes.

—Se salió de control. Solo quería sacarme las ganas que me provacabas.

—Bien, ahora me siento usado. Sin en cambio, es gracioso que estes acá diciendo eso... por lo general las mujeres buscan dinero.

—Y los hombres mujeres que encagen con los preceptos de la sociedad. Se quejan, por que al final no les parece ya que quieren todo de arriba.

—¿He?.

—Digo, que es lo justo... las mujeres tienen su dinero, y ustedes su cuerpo.

—Entonces, se venden...

—Cómo si las cuerpos fueran más que objetos.

—No es asi, existe el amor también.

—¿El que le tienes a tu esposa?, o ¿el que ella te tiene a ti?.

—¿¡Qué carajo te pasa?!.

Otra vez, Amira intento irse... pero Talión insistiendo con evitar eso, la pegó contra la pared y la inmovilizo por completo.

—Talión...— Murmuró asombrada.

—¿Crees que puedes jugar conmigo?.

—Déjame.

—¡No!...

—¡No puedes obligarme a quedarme!, estamos en el hospital ¿lo recuerdas?. Tarde o temprano, me tendrás que dejar ir.

—Grita, vamos... diles a todos que te tengo aquí contra tu voluntad. Que con tu juego de mierda, me volviste tu esclavo. ¿Que pensabas?, ¿qué era divertido?... prácticamente te me regalaste y ahora, ¿corres lejos de mi?... ¿Qué quieres?.

—Las personas no están acostumbrados a una relación libre...

—Que filosofía barata profesas, ¿qué sigue?, ¿decir que jamás serás la amante de alguien?. Escucha Amira, si. Tienes razón... en efecto, tengo una responsabilidad aquí y por ende tú te puedes ir... sin en cambio, creo que tienes una impresión equivocada de mi.

Talión, sin dejar que ella se moviera sacó su celular e hizo una llamada.

Habló durante unos minutos, donde le pidió a alguien tras preguntar si estaba libre, que se hiciera presente en el hospital.

El tiempo que avanzo después de eso, fue tenso, Amira insistía con irse, aunque los forcejeo la excitaban, sin querer, sus labios rozaban los de Talión y eventualmente se terminaban besando, acompañados de manoseos que se daban en los mismos forcejos.

—Por tu bien, tienes que pensar en lo que estás haciendo, no vale el costo, obligarme a quedarme. — Murmuró Amira, tras un beso.

—¿El costo?, ¿un matrimonio fallido, lleno de mentiras?, lo único en mi vida que vale la pena es mi profesión y la verdad que estoy lejos de ser lo que soñe.
No sé por que te pones asi, solo dije que me importabas, ¿tan grave es?, imagina si hubiese dicho que te amo.

—¡calla!... ni lo digas.

Estuvieron allí cerca de dos horas. El localizador de Talión sonaba cada tanto y eso lo hacía poner nervioso pero aún asi, continuó allí.

Unos hombres entraron después. Eran exactamente dos, muy corpulentos.

Talión se hizo hacía atras unos pasos, lo saludos amable, y les dijo: —"Ella es".

Amira lo miró confundida.

Otra vez, intento irse pero uno de los hombres le bloqueo el paso.

Talión, aprovechó y abrió su casillero. De allí sacó una jeringa y un frasco con alguna cosa.

—Talión. ¿Que haces?.

Él no respondió. No tenía sentido darle explicaciones, sabía que no lo entendería.

Ambos hombres la agarraron con firmeza, e hicieron que dejará su cuello expuesto.

Talión, ignorando los quejidos de Amira, colocó la inyección...

Tiempo después; Amira quedó completamente dormida.

—¿Cómo la sacamos?. — inquirió uno de los hombres.

Talión hizo silencio, pensando un momento.

—Este lugar no es seguro. Tampoco puedo decirles que se hagan pasar por personal del hospital, por que todos nos conocemos. Haremos una cosa, buscaré una silla y la sacaré por la puerta de atrás, salgan como si fueran personas normales que necesitan atención médica y esperen detrás. Yo se las llevaré 

Tal como lo había planeado, lo hicieron.

Talión actuó de la forma más tranquila que pudo, evitando que los alumnos o los que eran profesores y habían tenido contacto con ella la vieran.

Entonces, la sacó y se la entrego a los hombres.

—La quiero custodiada siempre. — dijo, entregando una llave que le pertenecía a un departamento que había comprado. — el lugar esta amoblado. Pero no debe tener alimentos. Deberan esperar a que yo vaya.

También les dio dinero.

—Ojo, esta prohibido tocarla o hacerle daño...— indicó, viendo irse a los hombres con ella.

Aquella sensación que tenía en su pecho, inevitablemente lo llevo a recordar sus primeros pasos en la medicina, algunas deudas provienente de su vida llena de excesos que había tenido en el pasado, lo llevaron a hacer cosas de las que no sentía orgullo.

Aquellas veces, sentía lo mismo que esa noche en su interior. Una mezcla de sentimientos y la voz de su conciencia atormentandolo.

Suspiró luego y llamó a su hermano para verse.

En el hospital dijo que se sentía mal y salió más temprano.

—Secuestre a Amira— confesó apenas subió al auto de su hermano.

El lo miró, esperando que sea una broma.

—¿Ha vuelto el Talión posesivo?.

—Hablas como si lo hiciera siempre. .

—No, pero nunca te tomaste bien que te dejaran.

—Es diferente. Aun quiero que me ayudes a saber que esconde. La intriga me mata. Le dije que me importaba y casi sale corriendo, llena de miedo.

—Talión estas cometiendo un delito. Si esto sale a luz, no podre cubrirte.

—¿Entonces no me llevarás preso ahora?.

—Eres mi hermano...


Por venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora