Rose bush

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-¿Qué estas diciendo, Victor?-

El chico de rubios cabellos no respondió a la pregunta, haciendo que los notables nervios del inventor se hicieran más grandes.

-¿Qué fue lo que paso con Edgar?-

-Luca, cálmate, no vamos a conseguir nada si nos alteramos...- 

Luca frunció el ceño, quería ir a comprobar el estado de su pareja, pero la débil mano del rubio lo detuvo en el intento, insistiendo que debían esperar un poco. ¿Cómo podían quedarse parados como si nada? Eso fue algo que le causo molestia a Luca, quien simplemente soltó un suspiro de impaciencia. 

-Creo que deberíamos hablar sobre esto en privado-

Respondió el peliblanco. Victor asintió ante aquel comentario, intentando levantarse. Sus piernas se tambaleaban, cualquier persona podría notar que se estaba debilitando.

-¿Te encuentras bien, Victor?-

Victor no respondió, sus piernas le fallaron por un corto momento, haciendo que este cayera al suelo. Bueno, así hubiera sido de no ser por Andrew, quien alcanzo a sostenerlo justo a tiempo. Victor entrecerró sus ojos, pasando una de sus manos por su frente.

-Al parecer están teniendo dificultades- 

Menciono una voz conocida por los chicos, una voz familiar la cual estaban felices de escuchar. Eli estaba parado detrás de ellos, observándolos con una dulce sonrisa.

-Victor... Esto es la consecuencia de ser el silencio...-

El vidente soltó un triste suspiro, mientras su sonrisa se iba debilitando hasta quedar en una mueca triste. El vidente se acercó hacía el rubio, pasando una de sus manos por el rubio cabello del chico. 

-Quizás sea buen momento para que les cuentes la verdad-

La mirada confusa de ambos chicos se posaron sobre Victor, quien al sentir la mano del vidente, se volvió a incorporar como si nunca hubiera pasado nada. Victor abrió sus ojos con lentitud, dejando al descubierto su mirada preocupada, pero a la vez avergonzada. Cuando ambos chicos buscaron nuevamente al vidente, este había desaparecido. 

-"Chicos, tenemos que ir a la casa de Edgar, no hay mucho tiempo... Les contaré la verdad cuando lleguemos, pero por ahora, nuestra prioridad debe ser Edgar"-


. . .


Los pasos del castaño resonaban por las oscuras y frías calles, las cuales apenas eran iluminadas por unos faroles. Edgar no llevaba prisa, al contrario, sus pasos eran tan lentos que hasta una tortuga podía rebasarlo. La mente del pintor estaba completamente nublada, incluso parecía un muerto viviente. Ya había oscurecido por completo y aun faltaban algunas cuadras para llegar a la casa del pintor. La brisa hacía que el cabello del castaño se moviera con lentitud, al igual que su mascara, la cual se cayó al suelo.

-Vamos, Edgar, avanza más rápido-

Ordenó una voz en la mente del chico castaño, más este no avanzó con más rapidez, si no que disminuyo la velocidad. 

-A este paso llegaran ellos antes que tú...-

Blome suspiro, ¿Cómo podría ejecutar su plan si el chico no colaboraba? Más sin embargo, el demonio no se rindió, haciendo que brotará una de sus marionetas del frío pavimento. Su marioneta era igual a Luca, solo que le faltaba uno de sus ojos, exactamente como la había visto Edgar en la biblioteca. La marioneta contempló la mirada vacía del pintor, el cual alguna vez le había causado problemas con aquel demonio al que llamaba "el señor". 

-Luca, ¿por qué no ayudas a Edgar a llegar más rápido a su casa?-

Luca asintió, tomando al castaño por la muñeca y haciendo que este acelerara sus pasos entre tambaleos y pisadas torpes. 

-Edgar, es un gusto poder guiarte por fin... Aun que me causaste muchos problemas con el señor, no te guardo rencor-

La marioneta le mostró de nuevo esa sonrisa retorcida que Edgar había visto antes, más esta vez no le hizo caso, ni siquiera podía escucharlo. 

-No le hables, idiota, apresúrate- 



Luego de una larga caminata, el castaño por fin llego a su casa, la cual estaba completamente iluminada. La puerta principal estaba abierta, así que la marioneta le dio algunas palmaditas en la espalda al pintor para indicarle que entrará. Al entrar, la marioneta se desvaneció nuevamente, enterrándose en el pavimento. 

-Vamos, Edgar, sube-

Edgar subió las escaleras en dirección a su habitación, más sus pasos seguían siendo lentos, así que le costo por lo menos 3 minutos en subir las escaleras. Al llegar al segundo piso, se encaminó hacía su habitación. Al pasar por la puerta se detuvo, puesto que estaba admirando el rosal que había en su cama, un rosal con una gran espina en el medio, una espina más grande que una rosa. Los tallos eran color azul, las rosas igual, eso era obra del demonio de la organización. La noche y el día nuevamente habían perdido su equilibrio, las horas cambiaron a números que nunca entrarían en un reloj, y la espina comenzó a brillar con intensidad. Las voces en la cabeza de Edgar le decían que lo hiciera "Hazlo, hazlo, hazlo..." era todo lo que se podía escuchar. Edgar soltó un suspiro, comenzando a caminar en dirección a la espina que se salía del rosal. De repente se levanto un torbellino de pequeñas partículas azules, algo como una especie de polvo azul que rodeo por completo al rosal y al castaño. Edgar levanto su mano, extendiendo uno de sus dedos en dirección a la espina; mientras más se acercaba, más fuerte se volvía el torbellino. Las voces pasaron de ser un susurro a un grito, incitando cada vez más al castaño. Cuando por fin su dedo estuvo a punto de tocar la espina, se detuvo, como si una fuerza lo estuviera deteniendo. Más aquello no duro mucho, puesto que los ojos del castaño brillaron en un intenso azul, haciendo que este se pinchará el dedo con la espina. De la espina salió un pequeño líquido azul, el cual hizo que los ojos del pintor se fueran cerrando lentamente, que su visión se nublará. Cuando los ojos de Edgar se cerraron por completo, el torbellino de polvo azul explotó, dejando muchas partículas regadas por el suelo. El cuerpo de Edgar ya no reaccionaba, tampoco pudo mantenerse en pie, haciendo que cayera. De repente la marioneta brotó nuevamente del suelo, sosteniendo a Edgar en sus brazos. 

-Bien, Luca, déjalo en la cama- 

La marioneta asintió, cargándolo entre sus brazos y depositándolo con mucho cuidado en la suave cama. Blome se acercó con lentitud al castaño, haciendo brotar otra marioneta del suelo y tomando el cuerpo de esta misma. Con lentitud, acarició la mejilla del castaño, sonriéndole.

-Duerme, Edgar... Duerme hasta que pueda aniquilar a los otros tres pilares- 


.  .  .

Blome | EdlucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora