Flowers

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-Eddie, ¿nos vamos a pie?-

Preguntó el inventor, Edgar asintió con la cabeza, aun que claramente no estaba prestándole mucha atención al inventor. Edgar estaba perdido en las nubes, se había vuelto a perder en sus pensamientos, pensando que tal vez se había enamorado del inventor, que tal vez era por eso que se sentía tan cómodo con él.

-¡Perfecto!-

Luca le sonrió a Edgar, claro que al momento notó que Edgar no le estaba haciendo caso. Luca frunció el ceño, carraspeando para llamar la atención de Edgar. 

-¿Me repites lo que me acabas de decir?-

Luca hizo un pequeño puchero, más solo se cruzó de brazos  y comenzó a caminar con fingida indignación. Edgar lo siguió, buscando hacer que el inventor le hiciera caso. Al cabo de unos segundos, Luca solo soltó una carcajada, regresando su mirada a Edgar.

-Te había dicho que eras hermoso~-

El inventor se paro en seco, mirando a Edgar con una sonrisa coqueta. Edgar frunció el ceño, enrojeciendo cual tomate maduro, comenzando a acelerar su paso. Luca le siguió el paso mientras se reía de la tierna acción del pintor.


-Entonces... ¿Es aquí?-

Luca asintió. El pintor miró el lugar de arriba a bajo, a simple vista parecía un establecimiento que nunca tendría contacto con una organización como Blome. Claro que eso pensaría si no pudiera sentir el ambiente tan espeluznante del lugar. Luca abrió la puerta principal de la florería, esperando a que Edgar entrará primero. Edgar agradeció el gesto con una pequeña reverencia, Luca le sonrió, dispuesto a entrar, pero su teléfono comenzó a sonar en ese preciso momento.

-Oh, ¿Puedes esperar un poco, Eddie? tengo que atender esta llamada. Mientras ve entrando, espérame adentro-

Y así, Luca cerró la puerta con suavidad, dejando al pintor dentro de la florería. El pintor asintió, mirando dentro de la tienda. El castaño pudo visualizar a dos chicos coqueteando en el mostrador. Uno de los chicos era de cabello blanco amarrado en un listón amarillo, unos hermosos ojos azules, una figura esbelta y alta, y una piel parecida a la de una muñeca de porcelana. Por el otro lado, el segundo chico tenía el cabello color gris oscuro sujetado en una coleta baja, con un traje negro y unos par de guantes blancos puestos. Edgar se sintió incomodo al estar de mal tercio ahí, así que simplemente se limitó a carraspear llamando la atención de ambos chicos. El chico de cabello blanco quitó sus manos de las mejillas del chico de cabello gris, mientras que el de cabello gris soltaba su agarre. El peli-blanco se acercó hasta la recepción del lugar, acomodando su traje y sonriéndole a Edgar.

-Bonjour, Monsieur-

Saludó el chico, acomodándose detrás del mostrador y mirando a Edgar con un pequeño sonrojo en su hermoso rostro. Edgar pudo notar que el chico tenía rasgos realmente dignos de una pintura. El peliblanco ladeo la cabeza ante la mirada de Edgar, claro que su sonrisa aun no se borraba. 

-¿Lo puedo ayudar con algo?-

Preguntó el peliblanco, sacando de sus pensamientos a Edgar. Edgar solo se limitó a mirar hacía la entrada, agradecía  de poder ver a Luca a través de las transparentes puertas de vidrio. El ojiazul desvió su mirada hacía la puerta, notando a un chico castaño parado cerca de esta. 

-¿Quiere unas lindas flores para su acompañante, joven?-

El peliblanco rodeó el mostrador, acercándose hacía una pequeña mesa que estaba cerca del mostrador. Tomando entre sus dedos un hermoso tulipán rojo. 

-O quizás... Unas hermosas rosas-

Dijo el chico, formando una dulce sonrisa con sus labios y señalando un hermoso ramo de rosas. Edgar negó con la cabeza, realmente no sabía como decirles que no estaba ahí para eso. Joseph soltó una risita por lo bajo, dejando el tulipán de vuelta en su sitio y posando su dedo índice en la comisura de sus labios. 

-En ese caso... ¿Qué te parecen las gardenias?-

El peliblanco tomó un ramo de gardenias entre sus manos, acercándoselas al chico para que viera su calidad. Edgar no podía negar que estaban muy bien cuidadas y bien preparadas, pero no estaba ahí para eso. Justo en ese momento, entró Luca, acercándose a Edgar y dándole palmadas en la cabeza.

-Eddie, veo que ya conoces a Joseph-

Edgar asintió con la cabeza, mirando al chico. Esto hizo que Joseph pusiera nuevamente el ramo de gardenias en la mesa. el chico de cabello gris se acercó hasta Luca, saludándolo. 

-Edgar, ellos son Aesop y Joseph-

-¡Oh! No estabas aquí para comprar flores... Mi error, lo siento. Mucho gusto, Edgar-

-No se preocupe, mucho gusto-

Luca interrumpió su presentación con una fingida tos. Luego, miró a Joseph con una expresión de seriedad.

-Joseph, la organización Blome necesita de tus habilidades con la cámara-

Joseph asintió, poniéndose tras el mostrador de nuevo. Luca se acercó hasta el mostrador, acomodándose frente a este. Pasaron los minutos y ellos no terminaban de hablar, cosa que hacía que la poca paciencia de Edgar se desvaneciera. Edgar suspiro, comenzando a perderse en sus pensamientos de nuevo. Un grito ahogado lo sobresaltó, era un grito de dolor y sufrimiento, un grito que asusto a Edgar, un grito que se le hacía familiar. Luego, al mirar por la ventana, pudo ver a una silueta que no parecía humana. El chico se giró hacía Luca, jalando un trozo de la tela de la ropa del castaño. Luca miró a Edgar, el cual estaba temblando por el miedo. 

-Eddie, ¿Qué paso?-

Luca le poso una mano en la mejilla, acariciando esta misma e intentando calmar al chico. Edgar no respondió hasta después de unos segundos.

-¿N-No escuchaste ni viste eso...?-

Luca ladeó la cabeza, no comprendía de que estaba hablando Edgar. Edgar bajo la mirada, quitando la mano de Luca de su mejilla y encaminándose en dirección a la puerta.

-Solo... Creo que necesito aire-

Dijo Edgar, intentando controlar su miedo para poder mantenerse en pie y salir del lugar. Edgar salió de la florería a duras penas, sentándose en una banca que estaba cerca.


Al cabo de unos pocos minutos, Luca salió sosteniendo un hermoso y pequeño ramo de gardenias. Buscó con la mirada a Edgar y al localizarlo, se acercó a este escondiendo el ramo detrás de él.

-Eddie, te traje un regalo-

-¿Si? ¿Qué es?-

Preguntó Edgar, levantándose de la banca e intentando mirar lo que escondía el inventor. Luca solo soltó una carcajada, negando con la cabeza.

-Cierra los ojos-

Edgar asintió, cerrando los ojos. Luca miró unos segundos a Edgar para asegurarse de que no hiciera trampa, para después extender el ramo de gardenias hacía Edgar.

-Abre los ojos, Eddie-

Edgar abrió lentamente los ojos, mirando el ramo de gardenias y sonrojándose de pies a cabeza.

-Muchas gracias, Luca-

 Este tomó el ramo entre sus manos y le sonrió a Luca, agradeciendo por el pequeño pero hermoso detalle. Edgar se acercó un poco a Luca, depositando un pequeño beso en su mejilla y comenzando a caminar de regreso a Blome. Esto ultimo hizo que Luca se colorara, no esperaba que Edgar hiciera eso, más no pudo evitar sonreír cual joven enamorado.



Blome | EdlucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora