Something weird

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-Por Dios, Luca, ¿no puedes soltar un rato a Edgar?-

Preguntó el peliblanco, puesto que Luca llevaba un gran rato abrazando a Edgar. El pintor no tenía problema alguno con eso, al fin y al cabo, por fin podría demostrarle cariño al inventor sin miedo de que lo rechace, por su parte, Andrew estaba molesto por el hecho de que casi era hora de irse y Luca no se despegaba ni un momento de Edgar. El pintor realmente no se percató del sermón que se estaba llevando su pareja, ya que él estaba leyendo el diario que Victor -Bueno, al menos eso cree- le dio. Se había entretenido leyendo cada página que relataba la vida de aquella joven, aun que no comprendiera del todo algunas páginas. Por el contrario, mientras más regañaba Andrew a Luca, más lo ignoraba. Luca solo se aferraba más a Edgar o simplemente escondía su rostro en el hombro de él, haciendo al chico soltar pequeñas risas por lo bajo. 

-Vamos, no tardará mucho en llegar el joven Joseph-

Al escuchar aquello, Victor se acercó con pasos tímidos, intentando captar la atención de Andrew. Victor, ansioso por tener la atención del chico más pálido, tiro con suavidad de la tela de su ropa, atrayendo la atención del chico.

-"Perdón... pero...- el rubio hizo una pausa, al parecer estaba indeciso en si debía preguntar o no. -"¿Vendrá el joven Carl?"-

Victor parecía nervioso, bueno, no era de sorpresa que el rubio le temía al embalsamador. Andrew, sabiendo de este miedo, solo le sonrió al rubio, apartando la mirada de la amorosa pareja -Que no llevaban ni una semana- y dirigiendo su mirada con lentitud al chico de rubios cabellos. En ese momento, Luca parecía querer decir algo, pero su notable expresión de nerviosismo parecía delatarlo ante los ojos de Victor. 

-Si... Ahm, ¿No querían que vinieran los dos?-

Ambos chicos dirigieron su mirada hacía el castaño, no dijeron nada, solo se dedicaron a contemplar cada pequeño gesto que hacía Luca, gestos como; Arrugar la nariz y desviar la mirada. Victor sabía que era verdad, Luca le había pedido a Aesop que fuera. Mientras Andrew lo fulminaba con la mirada, Victor parecía apegarse más de lo normal al chico pálido. Luca no pudo hacer más que encogerse de hombros. Y mientras todos se mataban con la mirada, Edgar estaba aun más interesado por las palabras del diario, llegando a ignorar la atmósfera asesina que se había formado entre Andrew y Luca. Aquella atmósfera fue interrumpida por el sonido de una puerta abriéndose, aquellos dos chicos que los acompañarían habían llegado. Victor rápidamente se escondió detrás de Andrew, cual niño pequeño escondiéndose de un feroz y pequeño Chihuahua. Joseph fue el primero en entrar, dejando ver su elegante figura pasar por la gran puerta de la recepción. 

-Bonjour- 

Saludo el de blancos cabellos, dejando ver una pequeña y cálida sonrisa. Todos los presentes se giraron hacía el fino fotógrafo,  regresándole el saludo. Edgar, por su parte, levantó ligeramente la vista del diario al ver a los invitados, guardando el cuaderno en su mochila y mostrándoles una sonrisa. El segundo en entrar fue Aesop, quien simplemente dio un asentimiento de cabeza en señal de saludo.

-Bien, ¿Estamos todos?-

Pregunto Andrew, comenzando a contar a los presentes. Era obvio que estaban todos presentes, puesto que solo eran seis personas las que iban a ir a la biblioteca central. Y sin que Victor o Andrew se percatarán, Aesop se planteó detrás del rubio.

-Buh-

Susurró el de grises cabellos, siendo la causa de un grito mudo por parte del rubio, quien, con paso rápido se escondió detrás de su mejor amigo. El embalsamador no pudo contener su risa, dejando ver lo divertido que lo tenía aquello. Un golpe en la nuca fue lo que detuvo sus risas; al mirar hacía atrás se percató de Joseph, quien lo miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Aesop se sobó con suavidad el lugar en el que había golpeado aquel chico, soltando un gran suspiro.

-Lo siento, Victor, solo era una pequeña broma-

Se disculpo Aesop, quien, probablemente estaría forzando una sonrisa por debajo del cubrebocas que ocultaba una parte de su rostro. Victor solo asintió, desconfiado de aquel embalsamador. A Edgar le causaba mucha curiosidad saber porque ambos se llevaban tan ¿Mal? tal vez esa no era la palabra. 

-Bien... dejando eso de lado, ¡Es momento de irnos! agarren sus chivas y vámonos-

Mencionó Luca, haciendo que todos tomaran sus mochilas y se dirigieran en dirección a la puerta. 


.  .  .


-Entonces, ¿están saliendo?-

Luca asintió, dejando en evidencia una sonrisa embobada. Joseph dirigió su mano hacía sus finos labios, tapando su boca y riendo un poco. Era evidente que Luca amaba a Edgar con todo el corazón, las mismas acciones de Luca lo hacían más evidente; cada que podía, presumía su relación con Edgar. Por otro lado, Edgar estaba hablando en los asientos de atrás con Aesop, quien escuchaba atentamente las palabras del pintor.

-Aesop... ¿Por qué Victor te teme?-

Aesop no hizo ninguna mueca, solo cerró un momento sus ojos, pensando en una respuesta apropiada. Al final un simple "No lo sé" Fue la respuesta para la pregunta del castaño, quien frunció el ceño ante tan vacía respuesta. Por otro lado, Andrew quien estaba escuchando la conversación, intervino. 

-Oh, claro que sabes-

El embalsamador no respondió, solo se dedicó a cambiar de tema con la mayor serenidad posible. Edgar no dijo nada, cualquiera que fuera el motivo, parecía que nadie quería contárselo. Luego de unos minutos, llegaron a la biblioteca a buena hora. Eran las 10 de la noche, se habían ido temprano por la tarde y, como quedaba un poco lejos, habían llegado a esas horas de la noche. Al llegar, Victor estacionó la camioneta en el estacionamiento de la biblioteca. Cuando por fin se bajaron, un escalofrío recorrió el delgado cuerpo de Edgar, había algo en esa biblioteca que podía hacer temblar a cualquiera. Pero para sorpresa de Edgar, nadie lo había sentido, así que no le tomó mucha importancia. A cada paso la sensación que sentía el pintor se hacía cada vez más presente. Al llegar a la gran puerta de la biblioteca, Victor la abrió con cuidado, dejando ver un gran lugar con las luces apagadas. No se podía ver absolutamente nada, pero Edgar sabía que había algo ahí, algo que no era ni un fantasma ni un espíritu, algo que lo acechaba en la oscuridad.  


Blome | EdlucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora