Aegon, Aemond y Otto, quienes se encontraban disfrutando del excelente vino ya al haber vaciado dos jarras juntos, optaron por dejar sus copas en la mesa en caso de que la propuesta del rey fuera a ser alguna idea descabellada hasta el punto de provocar que se ahogaran con sus propias bebidas, como las veces que la leche de amapola provocaba sus cortos delirios como efecto secundario.
Alicent observó expectante a su marido, no le había comentado en ningún momento dicha idea o propuesta, tampoco se le había advertido de alguna gran noticia en la cena de esa noche. Rhaenyra y Daemon se observaron entre sí, ciertamente no esperaban una notificación nociva por parte de Viserys, pero sabían que fuera lo que fuera posiblemente encontrarían algo que no les resultara conveniente.
El resto simplemente se mantuvo estático en el lugar, esperando que Viserys juntara la fuerza suficiente para explicar rápido la propuesta que los mantenía inquietos ante la incertidumbre.
—Propongo unir en matrimonio a Naerys, la primogénita de mi hija Rhaenyra y a mi segundo hijo, Aemond. —soltó con más seguridad, rompiendo el silencio e intentando tomar asiento una vez más tras mencionar aquello. Como si diera la libertad de quedar al mismo nivel que los demás integrantes de su familia y el tema estuviera abierto a discusión, aunque claramente ante el rey nada era muy debatible en su totalidad.
Luke y Jace instantáneamente voltearon a ver a su hermana, quien decidió beberse todo el líquido restante en su copa de una sola vez. Si no encontrara más importante el honor y bienestar de su familia que su rechazo total al matrimonio y todo lo que conllevaba tener esposo -como traer herederos al mundo y la limitación de su libertad- se habría excusado, levantado de la mesa y retirado como tantas veces había hecho en Dragonstone cuando se mencionaba el tema.
— ¿Estás seguro de lo que propones, mi amor? —preguntó Alicent con tonalidad aterciopelada, acercándole su silla para facilitar su acción de volver a sentarse.
—Creo que es una excelente propuesta, majestad. —añadió Otto, recibiendo una mirada disconforme por parte de Alicent.
Aegon soltó una corta risa escandalosa llenando su copa una vez más y levantándose para rellenar la de Aemond.
—Parece que tenemos otro matrimonio por el cual brindar. —exclamó como si aquella noticia fuera la mejor que había recibido en toda su desgraciada vida, ignorando totalmente el hecho de que Aemond había cubierto su propia copa para que no volviera a llenarla y provocando que parte del vino de la jarra se derramara al notarlo tarde.
Aemond emitió un bajo gruñido, sacudiendo su mano a un costado para tratar de secarla del vino que Aegon le derramó. Ese sería el único sonido más semejante a un reproche que haría al respecto frente a su padre.
Naerys se recostó en el respaldo de la silla y se deslizó sutilmente haciéndose pequeña en el lugar. Eso era lo más semejante a una rabieta que demostraba su disconformidad en público.
Ninguno de los dos se sentía listo para el matrimonio, pero muy poco conocían de quejarse o súplicar a sus padres, ambos fueron criados para servir, acatar las órdenes de sus autoridades y liderar solo cuando fuera necesario. Y ese era el único propósito en sus trágicas vidas.
—Se conocen... —Viserys bajó su rostro frustrado ante las pausas que debía tomar a causa del dolor punzante en todo su cuerpo. —...se han acompañado incluso desde antes de tener uso de sus capacidades... Y han compartido mismo hogar y formación en Kingslanding... —esta vez se inclinó durante la breve pausa, observando detenidamente a Aemond quien permaneció inmutable con su mirada fija en Viserys. —Ambos son la viva imagen de nuestros ancestros... —Naerys cruzó miradas con Viserys tras aquella acotación y por más que lo intentó, en ese momento solo pudo bajar la mirada por la vergüenza de sentirse una traidora por pensamiento al rehusarse internamente. —Son jóvenes hábiles, sabios y venerables. Serán fortaleza... Y poder para los siete reinos.
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Secretos de alabanza | Aemond Targaryen
FanfictionLa noche que Rhaenyra Targaryen dio a luz a su primer hija con Laenor Velaryon, los estruendos de la tormenta más fuerte que azotó Kingslanding en nueve años ahogó sus gritos. Nadie estuvo allí para recibirla pero se tenían la una a la otra y durant...