23. Flea Bottom

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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ»» Lenguaje malsonante.

      

Para Naerys el vuelo de regreso fue más incómodo y silencioso que el de ida, pero se sintió bien estar sobre Rhaegar una vez más, aunque los extremos superiores del vestido sin enlazar le hicieran picar la espalda.

Aemond iba muchos metros más adelante sobre el lomo de Vhagar, guiándola bajo el manto nocturno que los cubría con veneración y cuidado en ese momento.

La fosa de dragones no tardó en hacerse presente, por debajo de las nubes transparentes que ambos dragones atravesaron como flechas en la carne expuesta de la armadura de un guerrero y aunque Vhagar no tenía lugar allí, descendió de todos modos cercana a la fosa, mientras Naerys descendió justo en la entrada de la construccion cavernosa permitiéndole a los guardianes devolver a Rhaegar a su nuevo hogar una vez que logró bajarse de él.

A diferencia de ella, Rhaegar no parecía disgustado con aquel lugar, y no es que fuera muy diferente a la fosa en Dragonstone de todos modos. Alzó la mirada al cielo, encontrándose con los distanciados destellos que maravillaban con sus tintineos y su estómago rugió. Entre tantos pensamientos y emociones ni se había percatado de que su única comida en el día fue el desayuno que encantada aceptó.

—Ponte esto —escuchó a sus espaldas y volteó encontrándose a Aemond con otra capa muy similar a la que llevaba puesta. —Agradecería algo presteza.

Naerys tomó la capa ignorando las últimas palabras y la observó con detenimiento.

—¿Por qué tengo que usar esto? —alzó una vez más la mirada hacia Aemond que con expresión hastiada esperaba que su sobrina acatara la orden. —¿Es por el vestido?

—No iremos a la fortaleza —Aemond se cubrió una vez más el cabello con la capucha azulada y Naerys se lo pensó un momento.

Desconfiaría de él, pero después de esa tarde si bien no recibió palabras gentiles de su parte o algo que confirmara su cambio de ideas con respecto a ella, confiaba un poco más esa noche para permitirle llevarla a donde fuera. Aunque nunca estaba de más preguntar.

—¿A dónde iremos? —Naerys preguntó, apresurándose a cubrirse con la capa y de igual manera ocultando sus cabellos de plata. Pero no recibió palabra alguna de Aemond, pudo apreciar la forma en la que sus labios se presionaron en una línea antes de voltear y comenzar a caminar. En su lenguaje silencioso aquello significaba "cállate y sígueme" por lo que no dijo más al respecto.

Durante toda su vida había oído a su madre mencionar lo peligroso que podía ser salir de la fortaleza en las noches, especialmente para una niña o mujer joven, un hombre siempre tendría mucha más ventaja y privilegio que cualquier mujer en cuanto a seguridad, lealtad y poder.

Era por dicho motivo que apenas podía contar con los dedos de una sola mano las veces que estuvo fuera de la fortaleza cuando vivió en Kingslanding. Aunque toda la realeza se viera en la obligación de salir protegida por guardias y se confiaba plenamente en tales caballeros, las mujeres del lugar solían salir con menos frecuencia.

Mentalmente se puso a recordar y contar. Para el primer onomástico de de Jace; durante la temporada de moras, un carruaje con quince guardias reales detrás acompañaron a Rhaenyra junto a sus niños para recolectarlas; durante una temporada de caza y sobrepoblacion de jabalíes pero estuvo esos cuatro días en el campamento sin despegarse de su madre y el mismo lugar al que llegaron y por última vez cuando viajaron a Driftmark.

Podía apreciar desde la ventana de su habitación las calles fétidas de Flea Bottom y más allá algunos techos alineados y ubicados en la calle de las hermanas.

Secretos de alabanza | Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora