Me tumbo sobre el sofá individual, siento punzadas en mi cintura, hago una mueca de dolor, tomo el juguete que amenaza con perforarme un riñón.
¿En qué parte está mi riñón?
Estoy muy cansada como para pensar en eso.
Noto lo quieta que se encuentra Coraline, observa un punto muerto en el suelo, su rostro pálido como el papel, sus mejillas han perdido el poco rubor que tenían.
—¿Estas bien? —pregunto preocupada.
—Si —asiente, cierra los ojos—, solo estoy un poco mareada, no he podido dormir bien.
No me sorprende, es una mujer activa, sale de fiesta la mayor parte del tiempo, siempre con la excusa de que debe aprovechar su juventud.
¿Cuál juventud? Tiene la misma edad que yo, casi.
—De acuerdo —arrojo el muñeco al otro sillón.
—Por fin —dice Emma, aliviada—, cayeron como un costal de papas. Tenemos la noche para nosotras solas.
Deja una botella de vino sobre la mesa de centro, comienza a llenar tres copas hasta el tope, dejando los envases a medias.
Emma y yo compartimos el amor por el vino, no sé si es un problema, ni me interesa descubrirlo, por el contrario, Coraline es más fan del alcohol fuerte y cigarrillos baratos.
—Para la chica deprimida —me entrega la copa.
Decido ignorar sus palabras.
—Para la rebelde —le extiende la bebida a Coraline, quien la mira dudosa.
—No, gracias —rechaza la copa, hace una mueca triste—, estoy un poco mal del estómago, no quiero empeorar mi situación.
—Oh. Mas para mí —se encoje de hombros, sonriendo feliz.
Jalo un mechón de mi cabello, miro la copa de vino.
¿Seré una alcohólica? Me cuestiono, no quiero terminar en un salón hablando sobre mis problemas de bebida, es lo que menos deseo. No he parado de decirle a mi amiga que tiene un problema, cualquiera notaría que su afición al cigarro está aumentando, es como una bola de nieve que crece conforme va cayendo por una montaña, pero no me he puesto a pensar en que, tal vez yo también tengo un problema.
—¿Cuándo es tu próxima cita? —cambia de tema, dejando de lado el tema de su estómago.
Me remuevo incomoda, decido beber un trago de vino, lo necesitaré.
—No habrá próxima cita —confieso.
Me miran inexpresivas, Coraline me observa con pena, Emma bebe todo el contenido de su copa.
Tomando valor... y alcohol, Coraline decide hablar.
—¿Por qué? —se aventura a preguntar, su cara se deforma—. ¿Qué sucedió? Querías tener hijos, una familia, por eso estabas saliendo en esas extrañas citas. ¿No querías tener una vida como la de Emma? —se queja, deja la copa vacía sobre la mesa de centro.
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30 años, ¿Y qué?
RomanceAfrodita, sumida en los estereotipos y prejuicios de la sociedad y su familia, guiada por las influencias del alcohol, decide hacer algo que cambiará su vida por completo. ¿Quién dijo que un mensaje no puede entrelazar dos vidas? Sin ser conscien...