Capitulo 24

364 72 6
                                    

Ya me arrepentí jaja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Ya me arrepentí jaja
................
—Tengo que ir a casa —digo lo obvio.

—Puedes quedarte esta noche —ofrece—, mañana te llevo a casa.

Lo pienso por un segundo, no suena mal, estoy muy agotada, solo quiero olvidar lo sucedido.

—De acuerdo —lo miro cansada—. Estoy agotada, pero no creo que pueda dormir.

—Veremos una película hasta que consigas dormir —declara con una enorme sonrisa en los labios.

Después de algunas discusiones, y por petición de Axel, decidimos ver una comedia romántica, por desgracia, escucho sus ronquidos a la mitad de la película. Lo miro molesta, tomo el control remoto que descansa en sus piernas, su boca se abre ligeramente, murmura algunas cosas inaudibles, en este ángulo siento ternura por él, parece más joven cuando está dormido.

—Esto es una tontería —niego.

Apago la televisión, dejándonos en penumbras. Tomo mi bolso, beso la frente de Axel antes de irme.

Camino por las calles, sin ganas de pedir un taxi, prefiero caminar, mi departamento no esta tan lejos, necesito pensar en lo que haré ahora.

Hago una lista mental de las cosas que tengo pendientes, por ejemplo; no tengo empleo, debo arreglar las cosas con mi familia, tengo que dejar de meterme en líos.

—¿Qué? —me detengo de golpe—. Le grité a mi jefe y no tengo empleo.

Levanto el rostro, miro el estrellado cielo, que se burla de mi fatídico día.

—¿Ahora qué? —me quejo—. ¿Me caerá un rayo?

Como predicción del futuro, un relámpago ilumina el cielo, resonando. Abro a un más los ojos, sonrío de lado.

—¿Y ahora qué? ¿Me caerá un millonario sexy? —pregunto esperanzada, hago un puchero cuando no obtengo lo que pedí—. Valió la pena el intento.

Sigo caminando, decepcionada de la noche. Levanto la vista, un bulto descansa sobre la entrada de mi departamento, me acerco más a él.

—Oye —lo llamo, le doy pequeños toques en la rodilla—, babeas mi entrada.

Abre los ojos con pereza, me mira sorprendido, talla su rostro.

—Hola —su voz suena ronca.

—¿Qué haces aquí? —pregunto confundida e irritada.

—¿Ahora me tuteas? —se burla.

Ruedo los ojos, notando la falta de muletas, nunca presté atención a ese pequeño detalle, su pierna ya no está enyesada.

—Si, Nick, te recuerdo que me despediste —me cruzo de brazos.

Observo las cajas vacías de comida.

30 años, ¿Y qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora