Hace una semana que tuve una cita perfecta, bueno, no era una cita, pero si me gustó mucho, dejando de lado el comer bajo una mesa, la escena vergonzosa sobre la ropa interior, y como las personas nos vieron cuando salimos, quedando expuestos ante ellos.
No he tenido un buena cita, todo se reduce a amantes de los gatos, algunos fanáticos de serpientes, incluso, uno de ellos llevó una pitón a nuestra primera y única cita, claro, fingí que había recibido una llamada, salí huyendo de ese lugar. Ya usé la carta de la llamada falsa, no creo poder usarla de nuevo, mi conciencia no me lo permitiría.
¿Ahora que hago? Necesito una buena excusa.
—Es interesante —repito por quinta vez.
Lleva veinte minutos hablando sobre tormentas, el proceso de formación y terminación, además de otras cosas que prefiero ignorar. Como antropóloga, me gustan los diversos temas, en realidad puedo hablar sobre cualquier cosa, pero este hombre hace que todo parezca aburrido, no solo su voz logra hacerlo, todo en él es deprimente.
—Antes iba de pesca, pero era muy agotador, los peses son difíciles de atrapar —explica.
Genial, ahora ha arruinado la pesca para mí, ya no volveré a ver con los mismos ojos a los peses.
—Aquí esta su comida —avisa la mesera, dejando los platos frente a nosotros.
—Gracias —susurro.
Asiente antes de retirarse.
—Esto se ve delicioso —digo mirando el exquisito plato de pollo.
—Oh, espera —me detiene.
—¿Qué? —lo miro confundida.
Saca su teléfono del interior de su bolsillo, hago una pose seductora, pensando que me va a tomar una foto.
No oculto la decepción que siento cuando le toma una fotografía a mi platillo, solo a la comida, ignorándome por completo.
—Esto le va a encantar a Sali —sonríe entusiasmado.
—¿Sali? —frunzo el ceño.
—Si, mi ex, es una mujer impresionante —alaga, sonriendo de oreja a oreja.
—Claro —revuelvo el pure de papas, sintiéndome incomoda.
—De hecho, eres idéntica a ella, pero mi Sali tiene unos hermosos ojos azules, los tuyos son grises, muy deprimentes —se queja.
Ladeo la cabeza, fulminándolo con la mirada.
Comparar a una mujer con otra es lo peor que una persona puede llegar a hacer, no solo la menosprecias, le quitas ese valor único que tiene cada mujer, dejando de lado su exquisita belleza. Yo no soy igual que las demás mujeres, tengo mis propios rasgos, al igual que las demás, soy hermosa a mi manera. No deberían existir los estereotipos que introducen a una chica en una categoría, o en un nivel, no existen pirámides o estadísticas que miden tu belleza siendo justos e igualitarios, de ser así, dichos estudios arrojarían que, todas las mujeres somos hermosas, sin importar el color de nuestra piel, la forma de nuestro cuerpo, la altura, el color de nuestros ojos, cabello, o simplemente, nuestro peso.
ESTÁS LEYENDO
30 años, ¿Y qué?
RomanceAfrodita, sumida en los estereotipos y prejuicios de la sociedad y su familia, guiada por las influencias del alcohol, decide hacer algo que cambiará su vida por completo. ¿Quién dijo que un mensaje no puede entrelazar dos vidas? Sin ser conscien...