Capitulo 27

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Las 48 horas están a punto de terminar

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Las 48 horas están a punto de terminar. Aprovechen ❤️🌺
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—El niño nuevo no deja de cuestionar cada cosa que hago —se queja Emma, irrumpiendo en mi oficina.

Dejo mis lentes sobre los documentos que se supone que debo revisar.

—Te odio —digo tranquilamente—. No puedes entrar aquí cuando quieras.

—Lo sé, tu secretaria ya me lo ha repetido una infinidad de veces —se tumba sobre el sillón del fondo.

—Deberías hacerle caso —sonrío, dándole mi vago consejo.

Suelta un suspiro, reposa su cabeza sobre la pared, la ignoro para apuntar los últimos detalles de producción.

Cierto, ahora tengo menos trabajo, ya no debo hacer el trabajo completo de Vargas, me encargo de la parte creativa y divertida.

—¿Ya llegó? —habla Danna, mirándonos esperanzada.

Suelto un gruñido lleno de frustración.

—Dejen de entrar a mi oficina como si fuera un parque de diversiones —espeto molesta.

—Tu oficina es más cómoda que los diminutos cubículos en los que nos mantienen prisioneras —se defiende antes de dejarse caer junto a Emma, quien coloca sus piernas sobre su regazo, descansando.

Desisto de la idea de pelear con ella, bajo la vista a los papeles, intentando descifrar las estadísticas impresas en ellos.

—¿Ya llegó? —vuelve a preguntar.

—No, me dirán cuando llegue, tengo que ir a recibirla —informo.

—¿Por qué tanto revuelo por esa persona? —pregunta Emma, fastidiada.

Danna la mira ofendida, me preparo para uno de sus sermones.

—¿Cómo te atreves a preguntar eso? —golpea su hombro—. Es como una gurú de la moda, yo... yo la amo —afirma conmocionada.

—¿Eres lesbiana? —bromea la castaña.

Levanto la vista, aguardando a la respuesta de la morena.

—Cállate —la reprende—. Mi amor por ella se basa en la admiración, no es nada romántico.

La puerta se vuelve a abrir, estoy dispuesta a gritarle a la persona, pero me detengo cuando veo de quien se trata.

Una sonrisa fugaz se asoma en mis labios, casi sin darme cuenta, su presencia se vuelve un privilegio para mí.

—Señoritas —saluda con un asentimiento de cabeza.

Las dos lo miran sorprendidas, quedándose estáticas, Nick hace una mueca.

—¿No tienen trabajo que hacer? —brama, coloca sus manos sobre su cintura—. Por algo les pago, no quiero pensar que mi dinero se desperdicia con cada segundo que estén aquí.

30 años, ¿Y qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora