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━━Pequeño mocoso... ¡Vuelve aquí!
Un tendero salía corriendo de su local, tras dos pequeñas criaturas.
Le habían robado unos cuantos alimentos de la despensa, ya era la tercera vez que le ocurría este mes.
Es por eso que esta vez estaba preparado...
Había colocado un par de trampas en la entrada, como si se tratase de un ratón. Era sencilla, al pisar la zona una red caería sobre el impostor.
Mientras pensaba en los posibles castigos a los que podría someter a los pequeños granujas, comenzó a notar que el tiempo se estaba alargando más de lo debido. Salió a revisar la entrada, estaba demasiado vacío, ¿acaso aún no habían salido de la cocina?
Sin embargo, unas palabras provenientes del patio lo alarmaron de inmediato.
━━¡Fuego!
El hombre se alertó, todas sus cosechas estaban en el jardín, no podía permitirse perderlos en esta época del año. Sin tiempo a pensar con claridad, corrió hacia fuera como si su vida dependiera de ello, mala decisión.
Él mismo cayó en la trampa, a penas cabía, ya que era del tamaño de un niño de diez años. Se movió bruscamente con el objetivo de salir de allí, pero ya era demasiado tarde.
━━¡¡Maldición!!
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El sol brillaba en lo alto, iluminando una ciudad bulliciosa mientras las personas iban y venían en sus quehaceres diarios.
En medio del escenario, un tren avanzaba sobre las vías, el sonido peculiar de sus rieles resonando en el aire.
Una pequeña niña se dejó caer sobre su asiento, había sido un largo camino hasta encontrar la estación de tren.
Ahora podría reposar por fin y estaba hambrienta. Al menos había conseguido unos cuantos dorayakis para el desayuno, sin tener en cuenta toda la comida que tenía en la mochila.
━━¡Está delicioso! ━━Vocifereó con las mejillas teñidas de un color incluso más carmesí que su propio cabello.
Sin embargo, su atención se vio desviada hacia una mirada no se alejaba del dulce, cosa que notó de seguida.
