Una bella y corta melena rojiza ladeó ante la pronunciación de su nombre. Sus ojos, un hermoso morado, que, a pesar de su expresión seria, brillaban intensamente y reflejaban una luz con sentimientos escondidos en ellos. No importa cuantas veces él intentó leer a través de ese color violeta que tantas emociones contenía...
Nunca logró entenderlos, nunca logró manipularlos a su gusto, solamente contenían miedo hacia él, un miedo que la hacía vulnerable ante el mayor, un miedo que él utilizaba a su favor, para conseguir el increíble poder que poseía la pequeña.
La pequeña no podía pensar por sí misma sin evitar esa gran sombra que tanto dolor la causó...
Ya no tenía escapatoria, no tenía donde ir, ella se sentía muerta, su piel sucia y su cuerpo delgado la hacían confundir con un cadáver... Cosa que hacía contraste con sus brillantes ojos llenos de vida.
Su futuro estaba acabado.
Solo debía quedarse allí y hacer lo que él diga.
Al fin y al cabo, ella lo perdió todo.
Ya no tenía por quien sobrevivir.
¿De verdad valía la pena aumentar ese dolor?
¿Por qué no acababa con su dichosa vida de una jodida vez?
Tal vez eso arreglara todo, su vida era peligrosa, su vida causó la muerte y la desaparición de tantas personas.
Cuando sus pensamientos estaban a punto de apoderarse de ella, un leve sonido logró hacerla escapar de esa tortura a la que sometió a su celebro.
Un suave ladrido llamó su atención de inmediato.
¿En qué diablos pensaba?
A ella si le quedaba alguien a la que debía proteger antes de morir.
