En medio de un paisaje desolado y cubierto por una densa ventisca, una solitaria presencia luchaba por avanzar entre la nieve y el viento gélido.
Sus pasos eran lentos y torpes, congelando sus extremidades y agotando su cuerpo cada vez más.
El temblor de sus músculos y el sonido de su jadeo era todo lo que inundaba sus tímpanos en esta vasta extensión de tierra blanca y silenciosa.
El viento soplaba con violencia, reduciendo la visibilidad a unos pocos metros y balanceando con brusquedad su pelaje blanquecino.
La nieve azotando su rostro añadían una nueva capa de dificultad a su lucha por avanzar.
Continuó avanzando, moviéndose hacia adelante con una determinación indomable.
Sin embargo, el frío y la fatiga empezaron a afectar su mente, mientras sus patas se volvían cada vez más pesadas y difíciles de levantar...
Hasta que, finalmente, él cedió y cayó de rodillas en medio de la ventisca.
El agotamiento lo había vencido.
Su cuerpo se negaba a continuar.
Su consciencia se desvanecía lentamente mientras se entregaba a la implacable naturaleza. La esperanza parecía haberse desvanecido por completo en este vasto y desolado paisaje.
Una esfera resplandeciente se hizo presente, la cual irradiaba una energía cálida, a la vez que flotaba en el aire y reanudaba su camino hacia el animal.
