- Querida mía - se acomodó para mirarme de frente y me miro con un gesto divertido y a la vez comprensivo
- Lamento confirmarte que estás enamorada - me hizo un cariño en la barbilla.
- ¡¿Qué?! - chillé, atónita.
- ¿Por qué no? - preguntó, sumamente tranquilo.
- ¡Porque es el novio de mi mejor amiga! - vociferé como si fuese obvio.
- No debo, no puedo - negué con la cabeza, frenéticamente.
- Uno no decide de quien enamorarse - suspiró
- Y si no, mírame a mí; no debo ni puedo estar enamorado de Sharon, y lo estoy - se encogió de hombros.
- ¿Por qué lo tomas con tanta tranquilidad? - dije casi queriéndole sacudir de los hombros.
- Porque no voy a ponerme a llorar ni atormentarme. ¿Qué más puedo hacer si no es aceptar y vivir con eso? Aunque me duela.
- Y bastante - admití, ahora caía en la cuenta del porqué es que lo entendía desde un principio.
- Ahora sé por qué nunca me juzgaste - dijo, adivinando ante el pensamiento.
- ¿Y qué vamos hacer ahora? - pregunté, derrotada ante el sentimiento.
- Tratar de separarlos y hacer que Joseph te amé a ti y que Sharon me ame a mí - dijo sarcásticamente.
- Como una película de comedia romántica - solté una risa amarga.
- Claramente no haremos nada, no podemos hacer nada.
Me recargue en el respaldo de la silla y cruzándome de brazos. Seguí pensando lo que dijo Alex y por un momento creí que era real; reí, que tontería. Sin embargo a aquella fierecilla le había gustado.
- ¿Te digo algo? - dije intentado alejar aquel pensamiento.
- Dime.
- Creo que Joseph se...- me daba vergüenza decir eso, porque seguro Alex pensaría que estaba viendo cosas donde simplemente no hay nada.
- ¿Qué?
- Se pone un poco celoso cuando me ve con Tim - termine diciéndolo como un susurro.
- ¿Tim? ¿El vecino de Sharon?
- Si
- ¿Por qué se pondría celoso?
- No sé, es decir... - quería creer que de alguna forma le atraía.
- He notado que cada vez que Tim me toma de la mano y que le doy un beso en la mejilla o que Tim me corteja, Joseph no parece muy contento - admití.
- ¿Te gusta Tim? - preguntó y me hizo recordar cuando Joseph lo hizo también.
- Es agradable, pero lo prefiero como amigo.
- Entonces, déjame adivinar, ¿utilizas a Tim para darle celos a Joseph? - me reprochó.
Lo primero que pensé en decir que "no", pero luego, cuando lo pensé más, decir "no" seria completamente falso; porque consiente o inconsciente, yo hacía aquello para ver el ceño fruncido de Joseph en su rostro y luego sentirme bien al saber, o mejor dicho, creer que yo le robaba algún tipo de sentimiento de inquietud.
Alex interpretó mi silencio
- Liv, eso no se hace - me regañó, como un hermano mayor.
- Pero la mayoría del tiempo no lo hago a propósito.
- Y Joseph no tiene porqué ponerse celoso - reflexiono
- Esto es demasiado raro - dijo reflexionando lo que había dicho. No quería hacerme ilusiones, no debía.
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EL MANUAL DE LO PROHIBIDO/JOSEPH QUINN
Romance¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "No toques, no codicies" pero que cada momento te incita más a tenerlo. Falso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era d...