Sentí cómo Joseph se alejó y cómo el alma se me y desplomaba al piso. ¿Sharon habrá visto...? El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.
- Esto sí que está oscuro - dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.
Estaba de espaldas a la escena, pero Sharon no parecía para nada sorprendida, molesta o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada. Me giré, la vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillada por mi vestido. Luego divisé a Joseph, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y... a un metro de distancia de mí.
Me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que alguien lo notara cerca siquiera.
- Luces hermosa Olivia - me dijo Sharon
- Gracias - musité, con la voz temblorosa que salió de mí.
- Démonos prisa - me instó, haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta
- Vamos, amor — le dijo a Joseph.
No le dirigí siquiera una mirada a Joseph en el camino o mejor dicho, una mirada que él notara. ¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes? Hubo un acercamiento demasiado... demasiado... lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí.
¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía? Y cuando lo hacía, ¿no pensaba en Sharon? Esto estaba sobrepasando los límites, Joseph no era un patán, no sé por qué se comportaba como uno. Especulé durante los cuarenta y tantos minutos que se había tomado el viaje hasta la dirección que Sharon tenía anotada en letra manuscrita en un papel doblado en cuatro.
- Aquí es - dijo, Joseph.
Dirigí mi vista a través de la ventana del vehículo, en donde un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos. Del cual vislumbraban sus luces, reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.
Bajamos del auto después de que Joseph la estacionara en el aparcamiento del que jardín. Miré maravillado todo a mí alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.
Sharon tomó del brazo a Joseph y por el otro lado, me tomó también a mí; y juntos nos encaminó hacia el interior de la casa.
Me quedé sorprendido cuando divisé la decoración, si afuera era hermoso, cuánto más adentro.
Del techo colgaban candiles enormes, hechos de cristal y pedrería, que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaban en miles de colores danzantes. Las paredes, adornadas con pinturas de algún artista italiano, lucían acogedoras con ese color perla que las coloreaba. El lugar era grandísimo y gente vestida de lo más elegante parloteaba en pequeños grupos formados por tres o cuatro personas, con copas de cristal conteniendo vino; mientras que la música de fondo eran hermosas melodías a piano.
- Wow - musité, sorprendida.
- Es... grande - concordó Joseph, viendo también los enormes candiles del lugar.
- Sharon, il mio diamante! (¡ Sharon mi diamante!) - a voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.
Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas entre el gris.
- Signor Vittore, buon compleanno! (¡Sr. Vittore, feliz cumpleaños!) - dijo Sharon, expandiendo su sonrisa al hombre.
- Sono contento che sei venuto (Me alegro de que hayas venido) - dijo él y luego nos miró a mí y a Joseph.
- Grazie por avermi, per me è stato un piacere. Vittore introdurre il mio fidanzato Joseph, e il mio migliore amica Olivia (Gracias por invitarme, fue un placer para mí. Quiero presentarles a mi novio Joseph, y a mi mejor amiga Olivia) - contestó Sharon y luego nos acercó más.
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EL MANUAL DE LO PROHIBIDO/JOSEPH QUINN
Romansa¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "No toques, no codicies" pero que cada momento te incita más a tenerlo. Falso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era d...