|CAPÍTULO 46|

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Era irónico, porque a pesar de que estaba consciente de que el tiempo pasaba, aun cuando aquí corriera seis horas atrás y que ya llevaba consigo más de un mes; para mí, el tiempo trascurría demasiado lento, los días se habían vuelto perezosos que de cierta manera le habían quitado el sentido al calendario y a cada hoja que se desprendía de éste.

El dolor no había disminuido para nada; lo que sí, es que yo ya me había acostumbrado a él. Para mí ya se había vuelto común tenerlo enterrado en mi corazón, sintiéndolo removerse como la hoja afilada de una daga. Ya me daba igual.

En noche buena estaba sola, tomándole fotos a los copos de nieve que caían del cielo oscuro, me sentía patética. En año nuevo no fue distinto, la misma sensación de patetismo y fotografías tristes. Me comunicaba por Internet con Valerie, nada más con ella, porque no quería relacionarme con alguna persona que haya cruzado más de una remota conversación con... bueno, con él. Según Valerie, las cosas con Tim iban muy bien, por fin Timothée había salido del cascarón de la timidez y le había pedido de la manera más hermosa que fuera su pareja. No fueron celos los que sentí, sino, algo más parecido al dolor, a la envidia de saber que ellos podrían ser felices con el otro a quien quieren mientras yo había perdido todo lo que amaba.

Pero aquí seguía, tratando de ser fuerte y no caer. Tratando quizá inútilmente, porque todas las sonrisas que yo daba, no eran alegres y podía sentirlo, pero allí estaba, sonriéndole al mundo; ignorando a los pensamientos que me traían su imagen a mi mente convirtiéndose en recuerdos que me asfixiaban pero que a la vez me hacían respirar.

- ¿Qué crees que conseguí? – me dijo Jacob, animado y sonriendo, con esa expresión de adolescente que se asomaba a su rostro cuando algo lo emocionaba.

Mi mente volvió al presente y lo miré esperando a que siguiera hablando.

- ¡Vamos a tomar fotografías en la presentación que va a dar Coldplay para la obra de caridad del instituto Vidas! - me sujetó por los hombros pero no me sacudió, como era su costumbre.

- ¿Y eso cuándo es? - inquirí, tratando de entusiasmarme.

- Ignorare tu falta de entusiasmo pero ¡para el martes! - y fue allí que me sacudió.

- ¿Este martes? - abrí los ojos de par en par, captando en mi visión todo el rostro de Jacob. Hoy era domingo.

- ¡Sí! ¿No es genial? - me dijo y me volvió a sacudir.

- Supongo - traté de regalarle una sonrisa.

- ¡Ánimo solecito! Será genial - sonrió

- Mañana voy a tu casa para ponernos de acuerdo. Ten una linda noche - me abrazó.

- Adiós.

- Hasta mañana.

Me giré para caminar hasta mi casa y dormir, intentar tener la "linda noche" que Jacob había dicho, pero lo cierto es que todas mis noches eran aburridas y monótonas y a veces en sueños, me escuchaba nombrarle.

No era que la oportunidad de un trabajo bien pagado no me entusiasmara, pero ya pocas cosas lo hacían. Era una oportunidad que cualquier otro fotógrafo hubiera deseado, pero Jacob siempre estaba al pendiente de conseguir las mejores oportunidades para los dos. Buena paga y una experiencia maravillosa. Esta vez no era la excepción, se trataba de fotografiar a un artista en plena presentación, al menos así, quizá olvidaría un poco toda mi pasada historia.

El día seis del primer mes hizo su aparición en el calendario, martes. Jacob había quedado de pasar por mí para ir a la presentación de Coldplay. Entre miles de suspiros, mis cosas quedaron guardadas para el trabajo. Me asomé por la ventana, el cielo estaba nublado y no tardaría en llover, volví a suspirar; luego miré hacia abajo, la camioneta gris de Jacob estaba estacionándose. Bajé con mi mochila al hombro y salí a su encuentro, subí y aquello me trajo un recuerdo de una tarde en Venecia; pero esta vez, no era a una feria a donde me dirigía, ni tampoco a mi lado, ni estaba el amor de mi vida.

EL MANUAL DE LO PROHIBIDO/JOSEPH QUINNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora