|CAPÍTULO 30|

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Antes de que pudiera yo decirle algo, Sharon habló, pero para Joseph.

- Oh amor, eso me hizo recordar - dijo.

-Gracias por la flor - besó su mejilla.

- ¿Cuál flor? - preguntó.

El corazón se me aceleró en un intento de explotar del nerviosismo y mis manos desprendieron un poco de sudor frío.

- ¡Eh, Joseph! - Dije, adelantándome a la situación. 

- La flor que le dejase a Sharon ayer, como disculpa porque no pudiste venir, ¿recuerdas?- rogaba por que Joseph me siguiera la corriente y también porque no se molestara conmigo.

Miré de reojo a Tim, quien sabiamente guardaba silencio y su rostro me decía que trataba de comprender lo que estaba sucediendo.

Los ojos de Joseph me miraron extraños. Fue una mirada que no supe descubrir, sus ojos me dijeron algo, pero no entendí, estaba demasiado nerviosa como para ponerme a descifrar el mensaje que me gritaban. Luego de un silencio, Joseph retiró su mirada de mí y le sonrió a Sharon.

- Si ya recuerdo... De nada.

Suspiré de aliviada.

Después de eso, Sharon volvió al ataque.

- Y Tim, ¿a qué se debe tan gran detalle con Olivia? - preguntó Shar, preparada quizá para la bulla.

- Emm... - tartamudeó.

- Porque somos excelentes amigos, ¿verdad, Tim? - interrumpí.

- Claro.

- Chicos, les daremos privacidad. Tim y yo iremos a mi habitación - tomé la mano de Timothée mientras que con la otra aun sostenía el ramo 

- Vamos, Tim - lo lleve a mi cuarto, mientras que éste trataba de comprender mucho más todo lo que había ocurrido antes.

La acusadora mirada de Sharon se posaba sobre nosotros mientras Timothée y yo nos adentrábamos a mi habitación.

Cerré los ojos y suspiré.

- Dios... - murmuré.

- ¿Qué acaba de ocurrir allá afuera?

Lo miré y suspiré de nuevo, era hora de contarle todo.

- Tenemos que hablar - dije y le hice una seña de que se sentara a lado mío en la cama, mientras ponía el ramo sobre la almohada.

- ¿Qué pasa?

- ¿Recuerdas cuando te dije que si alguna vez te había gustado alguien prohibido? - inquirí en voz baja.

Él asintió.

- Bueno...- guardé silencio por un minuto, mientras que los ojos verdes de Tim esperaban que siguiera hablando 

- Creo que estoy enamorado de Joseph.

- ¡¿Qué tú qué?! - farfulló.

- ¡Shhh! - exclamé, para que bajara su tono de voz

- Alex me hizo darme cuenta de ello.

- Pero es el novio de Sharon, y ella es tu mejora miga - dijo con un leve tono de desesperación.

- ¿Y crees que no lo sé? - Dije, triste

- Pero uno no decide de quién enamorarse - cité a Alex.

- ¿Y lo de la flor?

- Bueno, Sharon llego ayer y lo vio tendido sobre la mesa de centro, me pregunto que si fuiste tú quien me lo había dado y dije que no, ya sabes, no quería que empezara a especular más de lo que ya lo hace; entonces le dije que era Joseph quien se lo había dejado a ella, porque no podía decirle que su novio me lo había dado a mí.

EL MANUAL DE LO PROHIBIDO/JOSEPH QUINNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora