Tras el escritorio de roble, había una señora con el pelo cobrizo, enrulado hasta los hombros. Los ojos remarcados con lápiz negro y los labios pintados de un rosa pálido. Las arrugas en su piel se hicieron más notorias cuando esbozó una sonrisa.
- Pasa, corazón - dijo amable.
- ¿Dónde está el señor Martínez? - preguntó al notar que venía sola.
- Excelente pregunta, lo mismo me pregunto. Salió casi corriendo hacía el pasillo continuo - me encogí de hombros y ella rio.
- Bueno, muéstrame el trabajo que hicieron - me hizo un gesto con la mano para que me acercara y me sentara en una de las sillas frente a su escritorio.
Caminé hasta ella y me senté, entregándole el sobre de fotografías. Ella las sacó del sobre y comenzó a mirarlas.
¿A dónde habrá ido Jacob? ¿Qué era tan importante como para dejarme sola en esto? A menos de que fuera algo de lo que no quería que me enterara. Sacudí levemente la cabeza. Me estaba volviendo una paranoica. Pero Jacob me daría una explicación y después de oírla le daría un zape sin importa qué.
Posé mi vista en la placa de metal dorado que estaba frente a mí v la leí pasivamente. Katherine González, Editora de la "Notes". Mantuve mi vista sobre la placa, mientras que la señora González revisaba las fotografías y asentía en gesto de conformidad.
- Son muy buenas fotografías . dijo y luego me sonrió, mostrándome de nuevo todas esas arruguitas.
- Hacen un muy buen trabajo - abrió su cajón derecho y sacó de allí un recibo. Garabateó en él con un bolígrafo y luego me lo pasó.
- Dile a Ruth que te selle esto y que te diga dónde cobrarlo.
Miré el papel, era el pago por nuestro trabajo. Las cejas se me elevaron al ver la cantidad.
- Fue un placer trabajar con ustedes - se levantó y yo hice lo mismo, luego me tendió la mano.
- Igualmente - le sonreí.
Salí de aquella oficina y al salir vi a Jacob, que apenas venía llegando.
- ¿Ya pasaste? - me preguntó.
Asentí con la cabeza una sola vez y luego me giré hacía Ruth.
- ¿Podrías...?
- Oh, claro - tomó el papel y lo selló y luego de firmarlo también me lo devolvió.
- Lo cobras al fondo del otro pasillo - me regaló una sonrisa con sus potentes labios rojos.
- Gracias.
Jacob se acercó, lo golpee en la cabeza.
- ¡Auch! ¿Eso por qué fue?
- Por dejarme sola, sentí que la señora González me comería viva.
Rio y tomó el papel.
- ¡Vaya! ¿Todo eso para nosotros? - dijo, mirando la cantidad que nos pagarían.
- La mitad para cada quien - reí, mientras caminábamos hacía el pasillo opuesto.
- Por cierto, ¿a dónde fuiste?
- ¿Eh? - conocía esa expresión de desentendimiento que ponía cada vez que no quería decir algo.
Entonces la incertidumbre me recorrió el cuerpo.
- No vamos a empezar este jueguito ¿A dónde fuiste, Jacob? - lo miré, parando mi caminar.
- Ah... saludar - se encogió de hombros.
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EL MANUAL DE LO PROHIBIDO/JOSEPH QUINN
Romance¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "No toques, no codicies" pero que cada momento te incita más a tenerlo. Falso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era d...