Un año más

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El resto del tiempo, Merlina intentó aparentar que todo estaba bien, porque no le gustaba recordar a ciertas personas que le resultaban molestas. No era muy difícil, porque los muchachos también le cooperaban para no interrogarla, y la celebración del cumpleaños de Harry la había distraído más que suficiente. No obstante, ellos, por tratar de arreglar la situación para que Merlina estuviera el doble de alegre, acabaron de arruinar el momento, lo que destruyó gran parte de su ánimo. Ginny y Hermione se le habían acercado muy contentas y sospechosas el segundo día de agosto —le habían rogado para que se quedara durante todo el resto de las vacaciones—, cuando estaba a punto de acostarse.

—¿Qué ocurre? —preguntó viendo sus caras de "tramamos algo".

—Queremos hacerte una invitación —dijo Hermione.

—¿Cuál sería? —preguntó Merlina entusiasmada.

—Bueno —dijo Ginny—, tú conociste a mi hermano Bill y a Fleur —Merlina asintió a pesar de que era una afirmación—. Se van a casar.

—Ya... —murmuró Merlina, presintiendo el camino hacia donde iban.

—Y querríamos (mi madre también) que estuvieras aquí.

Merlina abrió la boca. Sus ojos ya no estaban sonrientes.

—¿No te gusta la idea? —indagó Hermione con tristeza.

—Yo... no, bueno, no.

—¿Por qué? —terció Ginny con extrañeza, porque, ¿a quién no le gustaba una buena fiesta en donde pudiera beber y comer a libre demanda?

Merlina miró el suelo con una mezcla de vergüenza y disgusto. No es que no le agradaran las bodas, porque de adolescente había asistido a más de una. Esto era un sentimiento reciente, y tenía que ver con lo que representaba: no soportaría ver a dos jóvenes tan bellos casándose, jurándose amor eterno, mientras ella había sido traicionada, usada, manipulada y humillada por su exnovio. La herida de su orgullo estaba fresca. Bueno, tal vez también existiera cierta envidia por el hecho de ella aún no estar casada, y esa era una razón ridícula, así que se autoconvencía más con el primer argumento.

—Por favor, Merlina —rogó Hermione.

Merlina hizo una mueca y suspiró. ¡Se veían tan ilusionadas! ¿Cómo decirles que no?

—Está bien... sólo por ustedes —prometió y sonrió con un esfuerzo terrible.

Las dos sonrieron de oreja a oreja.

—Lo pasarás bien —aseguró Ginny.

—Ojalá. ¿Cuándo es la boda?

—La otra semana, el viernes.

—¿La otra semana? ¿Tan pronto?

—Sí, y por eso queremos que también nos ayudes a los preparativos... si no es una molestia.

—Claro que no, claro que ayudo...

—Mañana en la mañana empezamos, porque, si no, mamá se pondrá histérica si lo hacemos a última hora.

—Perfecto —asintió Merlina todavía con una sensación extraña—. Buenas noches.

—Buenas noches —contestaron las chicas a coro.

Merlina se acostó y se quedó mirando el techo en la oscuridad. Ella jamás había sido de aquellas niñitas bobas que soñaban con el vestido blanco, la boda perfecta y cientos de invitados, pero a los veintiséis, en el mundo de los magos y en esa época... ¿veintiséis?... Un momento, ¿ella no debía tener ya veintisiete? ¡Qué espanto! ¡Se había olvidado de su propio cumpleaños! ¿Cuándo era 3 de agosto...? ¡Al día siguiente! Se tapó la cara con las manos. Había olvidado su cumpleaños, lo que equivalía olvidarse al aniversario de muerte de sus padres y hermano. ¿Se estaba volviendo vieja? Bueno, el punto era que a los veintiséis o veintisiete años sí se deseaba eso, y ella lo había hecho con Craig, a pesar de no haber estado enamorada y convencida. Agradecía, evidentemente, haber acabado con una relación así de enferma, pero le ofendía el hecho de contar con cero posibilidades de casarse y tener una familia. Hasta allí había quedado el árbol genealógico de los Morgan. ¿Imaginarse en un altar? Ni aunque le mostraran una foto suya vestida de blanco podría imaginárselo. Su mente recreó la situación: a su lado, un hombre con un esmoquin negro la tenía tomada del brazo. Este hombre misterioso tenía un cartucho de papel en la cabeza con un signo de interrogación marcado. Negó exasperada en la oscuridad y optó por dormirse, porque en una noche no podría cambiar su destino. De todos modos, quizá los Weasley tuvieran a un familiar que pudieran presentarle, y podría no ser del todo mala idea asistir a la boda.

En pie de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora