El plan de Malfoy

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En la mañana del sábado, día posterior a la fiesta de Halloween, todos se levantaron tarde. Hasta Merlina se dio ese gusto y no recibió regaños de nadie. Por todos los pasillos se oían comentario de la fiesta, de las Momias Danzarinas y las infaltables burlas de los disfraces más ridículos. Snape había vuelto a colocarse su atuendo diario y se paseaba muy poco por el colegio. Merlina temía que fuera para no encontrársela y así se ahorraba la vergüenza. No obstante, ella le contó sólo a Phil, nunca se lo dijo a los muchachos; era malvada, pero no tanto como él. Cuando Draco Malfoy vio a Merlina, se puso a bailar como indígena y después soltó un sonoro "Oaoaoooooaoaoaoooo" tarzanesco. Todos los Slytherin presentes le celebraron las gracias, excepto los aludidos.

—Ese idiota no tiene respeto por nada ni nadie... —comentó Merlina

El resto de los días que Phil permaneció en el colegio continuaron con el trabajo arquitectónico a conciencia, sin interrupciones, y profesionalmente. El joven tomaba nota de cada cuadro, fecha de creación, nombre de los personajes, etc., y a los que más le atraían, les hacía una entrevista personalizada. Eso era lo bueno de tener cuadros parlantes.

Un par de veces salieron a pasear por los terrenos, muy abrigados porque el frío era infernal, pero no llegaron más allá del límite del Bosque Prohibido.

Cuando llegó la hora de la despedida, fue todo muy triste. Con su primo lo había pasado muy bien, y gracias a él había sobrevivido felizmente durante dos semanas. Las situaciones difíciles siempre se alivianaban en la compañía de un ser querido. Sabía que yéndose él las cosas con Snape —los nervios, las miradas, los deseos, las riñas, los berrinche —, comenzarían otra vez y, para ser sincera, Merlina temía mortalmente a eso. O quizá se equivocase y Snape no le volviera a hablar nunca más en su vida. ¿Qué prefería? Definitivamente la primera.

Philius partiría a primera hora del día 11 de noviembre, sin embargo, media hora antes de las ocho, todos los profesores se reunieron en su sala especial para darle la despedida. A pesar de que él no había sido muy comunicativo con ellos —Phil era un muchacho tímido—, se habían acostumbrado un poco a su presencia. Además, todos comprendían que, si él lograba publicar la información que estaba recopilando, Hogwarts tendría aún más prestigio del que tenía. No obstante, no todos se despidieron con el mismo entusiasmo. Por ejemplo, Trelawney estaba más preocupada de estar conversando con la profesora Sinistra sobre los movimientos de los astros que presenció el día anterior. Severus estaba hablando con la profesora Sprout sobre unas plantas que necesitaría para la poción revitalizante.

Merlina dejó solo a Phil para que se entendiera con Albus y ella se dirigió a uno de los asientos. Sin embargo, fue atrapada por la maciza mano de Sprout.

—Merlina —le dijo con expresión de tristeza. Snape se quedó callado— ¿ya se va tu novio?

Merlina sonrió, desconcertada.

—No es mi novio —corroboró con inocencia. Snape hizo un ruido indefinido con la lengua—. No sé por qué todos piensan lo mismo —miró fugazmente a Severus—, si el parecido entre nosotros es más que evidente. Él es Philius Grace, mi primo.

—¡No me digas! Que todos nosotros ya estábamos pensando que hacían una linda pareja —se avergonzó Pomona.

—Bueno, viví con él un tiempo, con sus padres, por eso somos tan apegados y nos llevamos bien.

¡Toma esa, Snape! —pensó, agradecida de poder aclarar las cosas frente a él sin tener que explicárselas directamente. Le deban ganas de añadir: "¿Viste, Severus? No había necesidad de ponerse celoso", pero existía la remota posibilidad de que él contestara: "¿Y quién lo está? Tienes una imaginación muy grande, Cerdita Parlanchina".

En pie de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora