El autor del rescate

21 2 0
                                    

¿El hotel "Ruiseñor"? Eso le había dicho Dumbledore. Y, ahora, resultaba que estaba para los mandados, siendo que era profesor y acababa de comenzar sus vacaciones. Todo por culpa de una tonta mujer. Bufando entró en la recepción, haciendo sonar la campanilla. Había gente en la entrada, pero, sin importarle el orden de atención, se acercó al mostrador. Quería liquidar el asunto en seguida. Pasó que Dumbledore encontró extraño que Merlina se fuera de un momento a otro, así que lo envió a él a ver si estaba bien en el cuarto alquilado.

—Disculpe —habló con premura—, ¿Merlina Morgan está aquí?

La bruja, que era regordeta y morena, miró unos papeles. A Severus le incomodó que no le pusiera "peros" por la confidencialidad con el cliente, pero le servía en ese instante no ser retenido. Apostó a que el hotel debía ser una ganga.

—Sí —dijo con voz gangosa—. Habitación treinta.

Severus subió dos pisos dando zancadas y tocó la puerta un par de veces. Nadie contestó.

—¿Morgan? ¿Estás ahí?

Nada. Decidió entrar: tal vez estaba dormida. Entonces vio el extraño escenario: una varita estaba en el suelo y pudo reconocerla como la de Morgan. En el piso de piedra había una mancha de sangre y la ropa estaba a medio ordenar en el cajón. Faltaba una maleta, evidentemente.

Corrió de vuelta hacia la recepción.

—¿Alguien salió con alguna maleta? —indagó empujando a varios magos quienes, enojados, lo regañaron.

—Sí —contestó la misma bruja—, hace cinco minutos. Una maleta grande, roja, llamativa y...

Severus fue al exterior.

—¡Expecto Patronum! —exclamó con voz temblorosa. Una lechuza se formó de pura luz plateada. Era una lechuza que parecía extremadamente vieja. Aun así, ésta se fue volando con mucha agilidad hasta el castillo.

El Patronus no tardó en llegar al séptimo piso. Traspasó el despacho de Dumbledore. Luego habló.

Dumbledore —dijo la voz de Snape embargada de temor—. A Morgan le ha ocurrido algo. Creo que la secuestraron.

Los ojos del director se abrieron de par en par. Avisó de inmediato al personal y a algunos funcionarios del Ministerio.


Merlina sintió que la dejaban caer en un suelo irregular, lleno de piedras. No se divisaba luz y, cuando Craig abrió la maleta, tampoco la hubo. El aire era sofocante, y hedía; tal vez había ratas muertas y heces. Craig sentó a Merlina contra la muralla y se alejó.

—Lumos. —De la varita de Craig apareció una luz y le iluminó la cara a la asustada joven. Merlina sólo distinguió su silueta; estaba encandilada.

—Shel... a... e... —rogó Merlina. El corazón le bombeaba con fuerza y sentía un nudo en el estómago.

—¿Qué te suelte? No... —Lanzó una carcajada maniática, algo jadeante tanto caminar—. ¿Sabes qué es lo que más me gusta de esto? —No esperó a que ella hiciera algún gesto—. Es que nadie sabe que estás aquí. Nadie te vendrá a buscar; a nadie le importas, Lina. A nadie, en serio —se sentó, sin dejar de alumbrarla—. No tienes padres, el resto de tu familia está lejos, y amigos... Vamos, yo era tu único amigo. Es por eso que debemos estar juntos, somos tal para cual. Tú jamás vas a encontrar a alguien que te aprecie realmente, porque no has nacido para ser querida; tu condición de sangre sucia lo impide. Además, ni tú ni yo tenemos el fastidioso privilegio de amar. Aparte, tienes una historia patética. Yo estaría feliz si mis padres murieran —Merlina se sacudió, horrorizada, con el estómago hecho un nudo—. Somos un par de rechazados por la sociedad. No merecemos estar aquí... Somos tal para cual —reiteró, y Merlina movió la cabeza enfáticamente. Craig desvariaba; por un lado la trataba como si fuera una basura, luego, él se rebajaba—. ¿No somos el uno para el otro? Claro que sí, Merlina. Tú misma me decías que yo era el único que me había logrado fijar en ti para formar una amistad en los momentos que tenías una autoestima muy baja. No creo que hayas cambiado de parecer así de fácil. De verdad, a nadie le interesas. No creo que se te hayan subido los humos a la cabeza por estar trabajando en el gran Hogwarts. Eso no significa nada. Y si es que piensas que el lunático de Albus Dumbledore te tiene estima, hazte la pregunta: "¿A quién NO le tiene estima?". A nadie. No te creas, Lina... somos basura, no tenemos futuro, estamos perdidos, tú perteneces conmigo... Pero perteneces conmigo en el lugar que te corresponde, bajo mis pies. Que te quede claro eso; no quiero que...

En pie de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora