Regreso a Hogwarts

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Salió del hospedaje y bajó a La Botica, tarareando una melodía inventada por ella, causando miradas recelosas de alguna que otra persona. El día nuevamente estaba nublado y fresco, así que se había puesto bufanda para protegerse del frío.

Llegó puntual como tantas veces, aunque, felizmente, ese día no iba a trabajar. Aquella mañana iba a renunciar.

—¡Señora Lita! Buenos días —pronunció con su tono enérgico a la arrugada mujer que, con unas gafas muy gruesas, contaba el dinero recibido y tenía varios montones de knuts y sickles sobre el mesón.

—Hola, Merlina, llegas a tiempo, quería que continuaras...

—Perdóneme, señora Lita, pero esta vez no vengo a la labor.

La mujer dejó el trapo y se acomodó los lentes que estaban amarrados por una fina cuerda negra, colgados a su cuello.

—¿Ah no, querida? ¿Y a qué se debe eso?

—A que tengo un nuevo trabajo —resumió, decidiendo no darle más vueltas al asunto.

Y le contó todo a su ex jefa de la mejor manera posible, porque temía que se lo pudiera tomar mal. Pero se equivocó, la señora sonrió de manera muy dulce.

—Estoy muy contenta, Merlina; lo digo en serio —agregó al ver la cara de incredulidad de la muchacha—. Eres joven, así que tienes todo tu derecho en buscar un trabajo menos añejo y polvoriento que este —señaló sonriendo con sus irregulares dientes amarillos—, y así te sirve para alejarte de aquí... y del chico Craig, y te tomas un respiro, y...

Pero antes de que pudiera seguir hablando, Merlina había reaccionado ante la frase "chico Craig". Se sintió un poco furibunda.

—No entiendo, ¿por qué usted, entre varios más, se empeña en decirme cosas sobre Craig? En este caso, "alejarme"... —inquirió confundida, ya que eso no iba al caso.

—No es por nada, chiquilla, es sólo para que te liberes un poco; comprende que el noviazgo no lo es todo... —evadió la mujer.

—Señora Lita, Craig y yo vamos muy bien, no hay de qué preocuparse.

—Claro que no, sólo decía que... Bueno, felicidades, querida. Y... —Fue hacia la caja registradora, la abrió con un hechizo de la varita, sacó unos billetes, los contó y se los entregó—, tu última paga del mes y un poco más.

—Pensé que no me iba a pagar —soltó Merlina, asombrada y agradecida—. No siempre lo hacen cuando dejo un trabajo —añadió un tanto decepcionada ante el recuerdo.

—¿Cómo no pagarte, Merlina? Durante tus breves siete meses me has sido de mucha ayuda —reconoció o... mintió—. Eres muy eficiente, no veo por qué te tiene que ir mal allá. Pero, cualquier cosa, sabes que puedes regresar acá.

—Pero ¿usted contratará a alguien nuevo ahora?

—Claro que sí. Necesito un empleado, y no tardaré en contratar a algún joven como tú. Pero en el caso de que tengas que regresar, podría tener, quizá, a dos ayudantes...

—Se lo agradezco montones, pero no creo que lo necesite. No creo que vuelva, en Hogwarts será diferente; espero estar allí para siempre. —Hizo una pausa, y luego añadió—. Pero, claro que volveré acá para las vacaciones de verano, dudo que haya que hacer mucho en el castillo...

—Está bien. Qué tengas mucha suerte y ve de inmediato a prepararte, que dos semanas pasan volando.

Se dieron un largo abrazo amistoso, y luego Merlina dejó la tienda.

Apenas sonó la campanita, la vieja volvió a las cuentas, suspirando y negando con la cabeza.

—Chiquilla despistada... Hasta un trol sabría que tu novio es un patán, si todo el pueblo lo sabe, y la única que no se da cuenta, eres tú. ¿Qué les dan de comer a los jóvenes hoy en día, que pareciera que tienen el cerebro en el trasero? En fin, espero que le vaya bien en la vida, tampoco es mala, pero trabajadores como ella hay cientos. Ninguna maravilla...

En pie de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora